Ritual Primavera, el heroico acto de compartir amor

La espera fue larga, el tiempo paso lento, la ansiedad carcomía el cuerpo y la mente, manijear, enroscarse y esperar.

Como plantar un árbol de frutas en el fondo del patio con sus primeras hojas y verlo crecer, enraizarse, ganar altura, expander su copa, madurar con las estaciones, para en algún momento observarlo florecer y agradecer mediante sus frutos, al cuidado y al tiempo.

El sábado 27 de octubre (2018)  se realizó en “La Sala de las Artes” el “Ritual Primavera”, un encuentro hibrido entre el “Ritual Groove” y la “Cachi Primavera”, dos eventos que nacieron juntos, criados en paralelo por la misma familia la “Groovin Bohemia” y que en esta 3ra edición se fusionaron, para congregar y festejar (con la familia, les amigues y asociades al colectivo Funky Groove), la música.   

Lo que a continuación vas a leer, está muy lejos del punto objetivo al que atinan notas periodísticas, es más, esta escritura es lo antagónico. Está basada en mis experiencias sensoriales, sensitivas, emocionales, subjetivas, que supo hacer florar está fecha, que pocos olvidarán.

El hada de los brishos, el hombre pancho y el hombre banana, la mujer hongo, árabes, asiáticos, cowboys, Jimmy Yendrix, Kill Bill, Hernán el Malafamero, el Papú Discoteca, hippies de los ´60. Niggis que se escaparon de “Soul Train”, frentes llenas de gemas, ¿El hombre paloma?, glitter por todos lados. El ser mágico de ceremonia abriendo las aguas, mostrando el camino, Ganjhalf con el traje de Batman que voló tres veces del escenario hacia la people como si fuesen agua.    

Momento esperado, momento deseado, momento que no es cualquier momento, es el Ritual.  Se activa el volcán. Cada une se preparó, busco su vestimenta, se adornó con collares, aros, anillos o pulseras, se pintó las uñas, los labios, los ojos, la cara. Contagio al resto de su manada para esta peregrinación. La cosa era la predisposición a pasarla bien y se sentía desde un principio.

La “cosa” era la energía que emanan les cuerpes al bailar. Permiso al cielo para ingresar, una plegaria, un pelin y bienvenides al Ritual Primavera.

Sobre la medianoche las luces comienzan a girar y con ellas les primetes en la pista. La fiesta estaba a punto de comenzar. Desde diferentes nodos y ritmos de Rosario, caminando por las frases, bases y los barrios, llega “Caliope Family” al escenario. Recolectando yesca, ramas, leños, en sus pasos para depositarlas sobre el tablado y encender al abuelo fuego, la contemplación de los mensajes. Hip Hop de las entrañas de la ciudad, ganando terreno en los espacios de música en vivo, porque las esquinas o bancos de plazas, ya son de elles. Caliope que lo único que ha hecho este año fue crecer y llevar sus acordes a donde los llamaron. La banda formada por: Brapis (voz), Agustin Perez (teclas), Franco Olima (bajo), Pancho Val (guitarra) y Camiloco (batería), es una pata en la piña. Una base de sonido sólida y penetrante que socava y erosiona el terreno, sobre las que danzan con sus respectivos patrones las palabras de Brapis. Descripciones de momentos de la vida detalladas poéticas vueltas canciones.“Rhythms and Rhymes” sonó sobre el alto escenario de la sala, se dio el gusto de abrir este Ritual y la mente de muches que lo escucharon una y otra vez.
La joven columna de vientos de “Cortito y Funky” se incorporó sobre el final de la presentación para hacer despegar las suelas del piso con las manos en el aire.

El calor, la inquietud, el movimiento, diálogos, pasos cruzados, el agite crecía, la noche se adentraba. Caliope Family dio lo mejor de sí, dejando sus fuerzas, tristezas y energías para alimentar este encuentro de sanación, para quemar lo viejo e invocar lo nuevo.

Primer corte de la jornada, exaltación, transpiración, momento de botellita e hidratación para les cuerpes, reubicación, sonaron temas de bandas emergentes rosarinas, que nos hicieron mover mucho más que algunas otras internacionales que suelen sonar en todos lados. (copado)

Un mensaje grabado por una voz femenina en los parlantes: “ante cualquier hecho de violencia o incomodidad en el lugar, dirigirse al personal de seguridad” . (importante)  

Memento de la noche, el plato principal, un año tuvimos para digerir y esperar una nueva actuación de la Groovin Bohemian en el Ritual Groove.  Un regreso ansiado por les primetes, que insatisfechos mirando la tv / tirados en el sofa, pedían por la vuelta a los tablados de la banda, luego de un largo tiempo, volvimos a bailar con esas canciones que te sacan la cadera de lugar.

Groovin Bohemia´ (banda) está conformada por: Nicolas Choka (voz), Santi Corvalán (guitarra), Gwido Cirione (saxos), Pedro Arango (bajo), Mauro Gigliotti (teclas), Lucho Soul (bata) y Martin Vachianno (teclas) flamante nueva incorporación.  Pero en realidad, son una gran familia que abarca a muchas más personas que hacen posible toda esta autogestión y comunión cultural, que maceran hace tiempo y comparten con la movida.

Con una vestimenta estilo Mortal Kombat con diferentes colores, acompañados por Ganjhalf con su capa de Batman, los músicos se hicieron presentes sobre el escenario, entre humos, luces, colores y el murmullo constante de los presentes.  

El show fue increíble, fue poder admirar como la banda desplegaba todo su trabajo acumulado a lo largo de estos tres años, sus primeras canciones arregladas con el tiempo, los nuevos temas que van surgiendo, tomando forma, identidad. Tienen unas ganas de contagiar su música estos pibes, que hasta el último de la sala no pudo evitar el bailar.

La cuestión estuvo divida en dos grandes partes, el primer segmento estuvo atravesado por el agua, movimientos ondulantes, llevando y trayendo sedimentos. El aire que animó la elevación, una cosa más suspendida, flotar a ojos cerrados, dejando que los sutiles acordes y armonías sean el motor y nave de este viaje.  

Las sorpresas seguían apareciendo con Ani Booxs y sus looperas portátiles, que si de agitar a la multitud se trata, tiene algunos doctorados y fiestas en sus espaldas, que junto a Martincito Vachianno y sus maquinolas, tiraron unas datas electro rítmicas, que no dejaron que el fogón que había iniciado Calíope, se apague, ni la people se dispare.

Choka con unas alitas coloridas muy simpáticas, le da mecha y arranca la segunda vuelta.
Estaría re piola que nombre las canciones en esta redacción,  pero no me las acuerdo.
Acid Jazz, Ñu Disco, Funky Groove, la cosa se puso Show me what you got, espesa y corpórea en la segunda parte.
Grave como los pulsos del bajo de pedrito bien marcados, momento de tirar los pasos mágicos que habíamos guardado para la ocasión, la pickaport pickaport, de todos estos días, de mirar a los ojos y bailar con les de al lado, el baile estaba latiendo, esa mística estaba creciendo.

Sonrisas en las caras, destellos de luz en las miradas, abrazos, palabras lindas al oído.
Sentimientos encontrados, el sentirse parte de “algo”, poder identificarse con un grupo humano.

Desempolvar, dejar de arrastrar, cambiar de piel, quemar la porquería, dejar de cargar como camello, renacer con el fuego y convertirse en león, cuestionar, romper, desarraigar los mandatos impuestos por la sociedad y ser libres, bailar mododiable (sin temor a que nos bajen de un hondazo).  

Esto enmarcado en un combinación de factores y circunstancias, una coyuntura socio política Argentina, Latinoamericana, que busca en este presente exactamente todo lo contrario. Por eso es heroico el acto de compartir amor, por eso es heroico (y necesario) este Ritual. Porque nos hace sentir bien, porque nos une un poco más que antes, porque nos anima a ponernos esos brillos y camisas de colores que teníamos sepultadas en el fondo de nuestros miedos.  
Se retiran los instrumentos e ingresa la Pionner de la conga. Matt Spiaggi “El Vikingo” con sus cuernos y  sus manos sobre las bandejas. Un tipo que forma parte de la gran familia y que ha ido creciendo con ella, a base de tracks y de cualquier lugar a donde se lo cite para pinchar esas cositas ricas que todes queremos. Y que puedo agregar acá, la cosa se descontroló. Dancing acroos the floor.

House picante, techno y los inmortales temas de Jamiroquai y “Last train to London” de  Electric light orchestra, conga mucha conga. Una gran masa atrapada por los sonidos, suturando las heridas con el audio.

Todo salió hermoso, nos fuimos felices al after o nuestras casas. Procesando toda la información absorbida durante la noche. Un nuevo Ritual, una nueva congregación de un montón de personas que le dan fuerza e impulso a la movida Rosarina, que rompen con los límites del habitus, que hacen que sucedan momentos zarpados que quedan archivados en el cerebro y en las conversaciones de los días que le suceden.

G R A CI AS  

texto: Juan Cruz Plano
Fotos: Salvador Rios

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