En los dominios de la tragicomedia
Crónica: Ludmila Velotto
Hay una puerta cerrada que comunica la entrada con la sala del lugar, se oye una melodía lejana. De pronto esa puerta se abre y el sonido se amplifica, una luz tenue da presencia a una mujer vestida como criada: parada con un violín en mano, es quien sonoriza el vacío.
En el centro de la sala, una mesa, alrededor sillas que revelan a los espectadores quienes participan en la escena; ingresa la anfitriona y da la bienvenida a los invitados, dando así comienzo a una obra íntima y dramática con tintes de humor trágico.
En la Plataforma Lavardén, en el domingo de cierre del FAER y a lo largo de 60 minutos, todo parece estar a punto de estallar, pero la anfitriona es quien ostenta en ese momento el poder. Con su monólogo y gestualidad da paso a la reflexión sobre los tiempos presentes, y las injusticias e incertidumbres frente a las que el mundo debe luchar, poniendo en cuestionamiento cada acontecimiento.
Todo parece marchar bien, con miradas penetrantes y un sonido escalofriante la sala se tensa, y en el momento de su máxima concentración, se escucha un ¡Boom! Estalla todo. Se apagan las luces, se vuelven a encender y todo ha cambiado.
“Un día de poder” plantea un ritmo majestuoso y crea un ambiente peculiar en el que se presiente que algo va a suceder en cualquier momento. Quizás la construcción de ese clima expectante sea parte de sus hallazgos. Su simpleza en cuanto a su puesta en escena, sus matices y hasta sus sonidos convierten a la obra en un espectáculo total, que queda haciendo eco en la mente del espectador.
Dirección: David Gastelú
Guión: Andrea Fiorino
Intérpretes: Andrea Fiorino y Mabel Machín
Asistencia general: Fabio Sbergamo
Producción general: La Tramoya y Cía. Du Cul Du Monde.
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Este material fue realizado por estudiantes de la carrera de Comunicación Social de la UNR a través de un proyecto de extensión con la cátedra de Redacción a cargo del Dr. Orlando Verna.
Contacto: Gonzalo Luján