Psicotropía, otro punto de vista del arte
Una vez más, llegamos a las últimas semanas del año y el llamado psicotrópico se hace oír.
Una procesión amante del arte alternativo se acerca al bosque de Carcarañá para vivir una catarata de música entre la naturaleza, para ser parte de la gran reunión del under regional.
Esta sexta edición de Psicotropía es la primera que condensa todo su arte en un solo día.
Esto no es un detalle menor, pues hace que se viva con una mayor intensidad.
Una apuesta renovada nos recibió este año, sobre todo en el Escenario B, un espacio para habitar todo el día. Desde temprano ya había varias actividades para lxs madrugadrxs psicotrópicxs, así como también para lxs seres ansiosxs que habitaron el bosque del Parque Sarmiento desde el día anterior. Desde las 12 del mediodía el escenario B, organizado por la productora Marea, contó con una feria renovada, talleres de slackline de la mano de Aser, y hasta se pudo disfrutar de la construcción de un domo geodésico que más tarde nos ubicaría en el mapa con sus luces psicodélicas.
Llegamos justo a tiempo para el comienzo de los primeros shows de este Escenario B. La iniciación estuvo a cargo de Prima Limón, con su fusión de indie y folk, para hacernos entrar en lo primitivo de la música en su formato banda y empezar a respirar ese arte que nos llamó. Afortunadxs quienes se avivaron y se acercaron al bosque para vivir esta iniciación artística de lo que sería un día recargado e inimaginable previamente.
Mientras se podía disfrutar de unos ricos licuados, recorrer la bellísima feria autogestiva y animarse a jugar con el slackline, se dio comienzo al experimental show de Marte y Marco.
Con una fuerte apuesta en sus vestuarios futuristas y en su música de otros tiempos, este dúo centró nuestra atención, para dejarnos sentadxs y perplejxs. Intervenciones artísticas nos dejaban boquiabiertxs mientras se interpretaba la música en vivo. Presenciamos una batalla energética entre una hechicera de fuego y un alien habitante de otra galaxia, y cuando levantábamos la cabeza podíamos apreciar en una gran altura a un atrevido aéreo del slack. Una interferencia se hizo presente en los parlantes para que Marte, Marco, la bruja y alien abandonen el escenario B, caminando en filita india hacia lo profundo del bosque.
Algunxs armaban sus carpas, preparaban sus primeros tragos, y otrxs iban llegando al Parque Sarmiento cuando Caliope Family abrió el Escenario A con su consagrado hip hop en formato banda, sus ritmos y rimas, y la fuerza de Brapis. La gente comenzaba a acercarse y el sol no terminaba de caer. El playón recibía a lxs sedientxs de música, mientras la explanada se iba llenando de gente. La banda con una gran proyección a futuro rompió con el silencio poniendo loco a todo el predio, aunque más de une se quedó con ganas de verlo. Lo bueno es que más tarde habría una revancha.
Cada vez más seres se acercaban al escenario principal, al elefante de cemento que ha sabido recibir en otros tiempos a grandes artistas de nuestra histórica música nacional como lo ha sido Serú Girán hace algunas décadas. Se empezaba a sentir que este año sería un salto, no sólo en calidad, sino también en asistencia. Así llegó el turno del debut psicotrópico de Alto Guiso, las pibas que no paran de escalar con total autenticidad, y que ya lejos de estar presentando su primer material Psicoguiso, nos empiezan a mostrar lo que serán las canciones de su próximo disco. Un punto alto ha sido el momento en el que Paola Santi Kremer subió a recitar un poema que siempre nos pone la piel de gallina, y que contó con una bellísima intervención de mapping de Manija Makin’, proyectando frases de este poema sobre paneles levantados por cuerpos que se pusieron a disposición del arte. Emociona sentir la fuerza de estas bichas de luz que prenden fuego todo a su paso. Una wiphala con las caras de nuestrxs hermanxs nos demuestra que esta banda siempre se va a posicionar ante las injusticias que vive nuestro continente. La música como una manifestación política, con palabras que no se callan ante los golpes de derecha.
Con el sol ya escondiéndose llegó el turno de Forestar, los representantes del Math Rock en esta edición. Oscilando entre la calma y la intensidad, rompiendo los tiempos básicos de la música a los que estamos acostumbrados, trajeron un set que se llevó por delante a todas las personas que se acercaron al playón del escenario principal.
Cada vez más gente llegaba al predio, cuando fue la hora de Cortito y Funky de salir a escena. La joven banda fiel representante de generación de artistas dispuesta a dar vuelta las estructuras de la música, desplegó toda su fuerza sobre el elefante de cemento. La juventud de esta banda no es una condición que se pone en contra de su madurez musical. Vienen de presentar hace muy poco su primer material de estudio, Pasión y Baile, el cual sacaron a relucir con todas sus luces y brillos. Un groove incandescente que se fusiona con la fuerza de esta banda que no le escatima a los rasguidos poderosos del rock. La gente ya comenzaba a delirar. Hubo durante su show otra interveción de Manija Makin’ realizando proyecciones sobre paraguas que algunos cuerpos se encargaron de levantar.
El público ya estaba listo para derretirse totalmente cuando la Groovin’ Bohemia subió al escenario. Una de las bandas más representativas del ascendente funk local, y que termina de formar el cuadrado del Movimiento Unión Groove para este Psicotropía (junto a Caliope Family, Alto Guiso y Cortito y Funky). El punto más alto de la noche si al groove nos referimos. La Groovin’ Bohemia desplegó todo el arsenal de música que presentaron en su primer disco, que vio la luz hace muy poco. No faltó la oportunidad de invitar a Brapis para que nos regale sus rimas en un cover de Daft Punk, y luego le cedieron el espacio a la familia de Caliope completa para que haga una canción, ya que el turno de ellos fue demasiado temprano, y más de unx se los perdió. Los primates se han vuelto con el paso de los años una fija en Psicotropía, luego de aquella épica presentación en la cuarta edición cuando el sol de la mañana se hacía presente. Tal vez haya sido el momento en el que el playón ha estado más lleno, en un momento de pura emoción.
Así llegó el momento de lo que posiblemente haya sido el plato fuerte de la noche: Poseidótica. A pura fuerza, riffs asesinos y melodías poderosas, se encargaron de cortar toda la crema que habían dejado las bandas del MUG en el playón. Una buena apuesta de esta edición de Psicotropía, en un lugar importante en la grilla, cumpliendo una función importante en materia. Luego de tanto poner el cuerpo para entralazarnos como masa bailante, Poseidótica nos llevó a los recovecos de nuestra mente, con una lista que buscó adaptarse al escenario a orillas del río. Viajamos del cuerpo a la mente, y algunas estelas de pensamientos quedaron dando vueltas en el predio. Pura fuerza y nivel lo de esta banda.
Llegaba el final del Escenario A, pasada la medianoche. Y si había una banda que merecía cerrar este escenario este año, claramente son Los Cuentos de la Buena Pipa. La consagrada banda rosarina, viene de tener un año importantísimo con la presentación de su tercer disco, El Río Curvas, y sin duda es una de las fijas del festival. Hicieron un repaso de toda su carrera, centrándose principalmente en este último material de estudio, aunque también le dieron un buen lugar a las canciones de ¿Qué es el laberinto? Con el paso de los años (ya van 11 desde su formación), Los Cuentos se ha vuelta una de las bandas más importantes de nuestra ciudad, y el show que han dado estuvo completamente a la altura de lo que implicaba cerrar este escenario. Atravesando momentos de cumbia psicodélica, viajando por mantras electrónicos, y regalándonos palabras distorcionadas para nuestros paisajes mentales, Los Cuentos de la Buena Pipa hizo lo que todos esperábamos que hagan: detonar nuestros cerebros y poner en movimiento nuestras corporalidades, luego del corte de crema que implicó el show de Poseidótica. Sin dudas la cereza de la punta de esta gran torta que fue el escenario principal. No hay mucho más que decir, pues las palabras a veces quedan cortas para un show que genera tantas sensaciones.
Termina el show y se respira un extraño aire de transformación. Una interferencia suena desde los parlantes y vemos bajar desde el costado a un grupo de cuerpos amorfos portando antorchas. Era El Club del Lemon Pie, la grupalidad del segundo año de la formación integral de circo de la Escuela Municipal de Artes Urbanas. Toda nuestra atención se posa sobre ellxs, que se fusionan en una sola cosa inexplicable, que deja salir a algunx de sus miembros de la masa, para asomar alguna antorcha, o sólo para impresionarnos. Más de alguna persona que veía esto experimentó alguna sensación de temor, o al menos de impresión. Toman la decisión de guiarnos, y nosotrxs no dudamos en tomar la decisión de seguirlxs. Ellxs saben el camino, y nosotrxs no sabemos dónde estamos yendo, o tal vez lo sospechamos. Aprovechan el sendero para mostrar en postas sus destrezas implacables. Primero llegamos a un trapecio colgado de un árbol, y nuestras miradas se levantaron para ver sus acrobacias; continuamos con un instante de foco en los cuchillos con su fuerza, y en la danza. Nosotrxs caminábamos y ellxs nos mostraban lo suyo. La sensación de quiebre mental que se experimentaba es indescriptible, es la de sentir que tal vez este momento sólo esté sucediendo en mi mente. Sin dudas todo esto sería un antes y un después en la noche, como en nuestras cabezas. Continuamos el sendero y llegamos a un camino de árboles, de donde se asoman tres seres femeninos contorsionándose en monstruosa simpatía, delante de las luces y velas que salen de un auto abandonado. La impresión y las caras tapadas inundan al público, y ellas nos despiden con un chocante ciempiés humano. El camino nos lleva a una posta de fuego, entre antorchas y fogones, malabares encendidos. Miramos perplejos y una voz entre la gente dice “Wow, no sabía que necesitaba esto.” Compartimos la certeza desconocida hasta el momento. Seguimos caminando, con la sensación de estar por llegar al lugar dónde nos llevan, y en otra posta nos muestran un poco de acrobacia a dúo fuerte, con una leve sensación de violencia que le escapa a la peligroso o al mal gusto. Todo el grupo se une y nos lleva a un círculo de árboles, y en el momento en el que están todxs reunidxs, salen corriendo hacia donde empezaba a tocar Jellyhead, el Escenario X, y se pierden entre los árboles. Una intervención de altísimo nivel, superando expectativas de todxs lxs que sabíamos que venían con la intención de guiarnos y regalarnos esto.
Así comienza el show de Jellyhead, con una apuesta escenográfica muy grosa, en el medio de la parte más agreste del bosque, con luces de led y un nylon que cubría toda la escena. Jellyhead preparó para la situación en set totalmente renovado, consagrándose a mi parecer en lo que buscan lograr con la música, en el contexto ideal para lucirlo. No es un dato menor el hecho de que estábamos pisando un antiguo cementerio, como para que todo sea un poco más místico y oscuro. Subiendo y bajando, atravesando momentos de distorciones fuertes, y otros instantes de trance electrónico, es que se fue desarrollando el show, llevándonos definitivamente a ese nuevo lugar mental que nos podíamos expresar hasta aquí. La intervención del Club del Lemon Pie, en conjunto con el show de Jellyhead, posiblemente hayan sido de los puntos más altos de la noche.
Salimos del Escenario X caminando por el camino de árboles, atravesando una cortina, sin palabras que poder expresar, y para cuando llegamos al Escenario B, su segunda tanda recién comenzaba, con el set de Silvio Astier. Ritmos electrónicos, cercanos al down tempo, fusionándose con sonidos nativos y folklóricos de nuestras tierras latinoamericanas y argentinas. Un gusto el de poder recibir y disfrutar el set de Silvio Astier, el artista rosarino que supo irse a Buenos Aires para poder darle aire a su arte, y entre una cosa y otra logró que su primer EP, Pampa, salga a la luz a través de la discográfica internacional Boomarm Nation. Los árboles nos amparaban mientras las últimas oscuridades de la noche bañaban el bosque. Ya se podía sentir que toda esta segunda tanda del Escenario B sería un ritual con todas sus características.
Así llegó el turno de encender un ritual: el de los tambores de Fieras Samba Reggae. Este grupo de percusionistas mujeres se encargaron de abrir las puertas del pasado con un show perfomático de tambores, para que todxs lxs presentes puedan experimentar la sensación ancestral de iniciar un ritual así, de la forma que conoce nuestra memoria genética humana. Se quiebran los sonidos electrónicos para ingresar en lo desconectado y partir en dos al bosque.
La cabina de DJ vuelve a hacer un lugar para un ser, y el encargado de mantener los cuerpos en movimiento y las mentes en búsqueda es Juan Fak, quien además de hacer un gran set de dos horas, fue uno de los organizadores de este Escenario B junto a las productoras de las que forma parte. Hay una estética bien lograda en este escenario, que de principio a fin, no buscó salir de los patrones nativos que le dan forma. Y eso fue el set de Juan Fak, el llamado del pasado fusionado con elementos actuales, de parte de uno de los DJs y productores en ascendencia de nuestra ciudad de Rosario. El placer de poner el cuerpo, abrazarse con los seres queridos que se acercaron y el amor de los sonidos que vienen acompañando a nuestra especie desde tiempos inmemorables. Una vez más, Juan Fak lo hizo.
El último set de la noche (por no decir de la mañana) fue el de DJ Karen, quien subió el nivel de los BPMs para que los cuerpos que habían llegado en pié a estas altas horas de la noche, se mantengan en estado de baile, pero siempre manteniendo la impronta ancestral que propuso Marea Producciones para este escenario. Continuó haciendo danzar a la masa hasta que el sol estaba bien alto, y el goce colectivo sólo creció.
Así finalizó la grilla oficial de esta edición de Psicotropía. En el bosque continuó habiendo algunos afters no oficiales, pero elegimos no nombrarlos ya que no eran parte de la grilla, sino simplemente fueron influenciados por la manija de los y las presentes. Varias personas aprovechamos el día siguiente para bajar de tanta información y disfrutar de la calma del bosque de Carcarañá.
En el momento de cerrar esta crónica con una conclusión me vienen muchas sensaciones a la cabeza: los bellísimos momentos compartidos con amigxs y compañerxs de trabajo; la posibilidad de compartir con todas estas personas en un espacio amoroso fuera de nuestra cotidianeidad; el crecimiento imparable de este gran movimiento cultural alternativo del que somos parte inevitablemente. Siento que Psicotropía es la consagración del under regional, y que después de un año de dura construcción por los golpes del neoliberalismo que está cayendo, es un mimo a nuestros corazones y a nuestro construir.
Debo decir que este año Psicotropía ha dado un gran salto de calidad en varias cuestiones, más allá de la reducción del festival a un solo día. El Escenario B ha mejorado muchísimo con el trabajo de Marea Producciones, convirtiéndose en un espacio a habitar todo el día, y manteniendo una impronta musical en concordancia con todo lo sucedido. La intervención del Club del Lemon Pie ha sido uno de los puntos altos del festival, y ha logrado generar en el público (que es mucho más que espectador) lo que buscaba con creces, siendo una perfomance de altísimo nivel. Muchísima más gente asistió este año, pudiendo comprobarlo en el show de la Groovin’ Bohemia, cuando el playón estaba completamente lleno. La inclusión de un colectivo feminista como forma de prevenir cualquier situación de acoso o violencia de género es algo a destacar. Todas las bandas y artistas que formaron parte de esta edición están en un momento de ascendencia en el circuito alternativo regional y nacional, y sus shows estuvieron totalmente a la altura de la circunstancias. Por último, se nota un salto de calidad también en la organización, en un montón de detalles, aunque prefiero destacar el hecho de que todos los shows se desarrollaron en el horario previsto.
Sin dudas Psicotropía es el festival que engloba y condensa a todo nuestro movimiento cultural, y bien se ha ganado el mote del Woodstock del Litoral. A nivel artístico sólo tengo aplausos para expresarme, y a nivel emocional, las palabras me quedarían muy cortas si quisiera explicarlo. Inmensa gratitud para todas las personas que levantaron este mundo, para cada artista que nos obsequió su música, y para cada persona que se acercó a compartir con sinceridad.
txt: Gonzalo Lujan
fotos: Agustin Lobos