UN MOMENTO DE PUNK ROCK: 2 MINUTOS

Dos minutos prendió fuego la Sala de las Artes el sábado 4 de diciembre.

Sábado a la noche, calorcito. La gente se hidrata en los alrededores de La Sala de Las Artes y nos vamos arrimando al fogón (ponele que fogón). Toca “2 Minutos” y no es sencillo hablar de una banda como ésta. No sé por qué digo eso, tal vez por haber seguido a esta banda desde hace mucho tiempo   y eso me llena de recuerdos y ya sabemos que el mejor recuerdo es una simple canción.

Para quien pueda no conocer a los dosmi, es una legendaria banda punk del barrio obrero del sur la Ciudad de Buenos Aires. Valentin Alsina, que comenzó a transitar los sinuosos caminos del género allá por el año 1987 y sigue vigente llenando no solo los espacios a los que lleva su música sino también la caja de los recuerdos de cada una  de las personas que se acercan a verlos.

Muches de les que vivimos el maravilloso momento de compartir los sonidos de esta banda este sábado,  remontamos nuestros oídos a aquel primer cassette u otro olvidado dispositivo allá por los 90s, y en definitiva tuvimos la suerte de empezar a entender desde otro lugar algunas cosas que nos llamaban más la atención (sonidos, ruidos, distorsiones, gritos, tiros, lios y coshagolda).

Historias contadas desde la crudeza de la calle, desde el hambre, la pobreza, la desigualdad en los barrios, el esfuerzo gigantesco de salir a laburar cada mañana para que en la casa no falte el pan…bueno, creo que por acá va lo de no es sencillo escribir sobre los dosmi.

 

Esta gente, que ya está cerca de los 60 pirulines, sigue punkeando con una energía increíble y eso más que nada se siente y se expresa a través de los cientos de cuerpos que poguean al unísono de la melodiosa armonía punk académica. 

Y sí,  lo más difícil no es escribir sobre 2 Minutos, creo que lo difícil es describir a la contracultura punk, que casi enterrada (eso es lo que creen) bajo los actuales parámetros musicales, como puede ser el rap/trap y sus derivados, siempre apunta a representar a les marginades, les excluides, la banda de atrás, quienes, vaya a saber por qué, siempre, nos cuesta tanto sentirnos comodes con esta forma capitalista de vivir en sociedad.

Para describir un poco lo sucedido sobre el escenario, cuando ingreso al recinto tuve la oportunidad de escuchar y ver a la gente de Buffer (Baradero), banda que participó como telonera y puedo asegurar que dejaron el ambiente bien caliente para lo que venía a continuación.
Enseguida aparecieron estos seis locos: Walter "Mosca" Velázquez(voz), Alejandro "Papa" Aidnajian(bajo), Pedro Pedrozo(guitarra), Pablo Coll(guitarra), Monti Montes(batería) y el histórico -que retornó al equipo- Mariano "Indio" Mirones(guitarra). Lo único que me cabe decir es que la rompieron, la lista de temas  (temones) fue increíble, nunca paramos de corear cualquier estribillo, riff, coda o final. Un espectáculo pensado para aquelles que desde siempre bancamos el camino extenso de los de V. Alsina. La gente no paraba de saltar y hacer pogo, volaban los vasos llenos y vacíos. Volvió la alegría vieja y la sala de las artes fue testigo de dicha manifestación energética. Sonrisas y cueros curtidos para una noche hermosa y llena de emoción.

¿Algo que me gustaría agregar? El punk lucha y seguirá luchando con las pocas o muchas herramientas que tiene a mano. El instrumento, las ganas de cuestionar cada segundo y acción que podamos llevar a cabo en esta vida. La poesía cruda y a veces poco clara, pero contundente.


¿Algo más? Sí. ¿Alguna vez lo viste al Moska enamorado, tocando una canción de amor, al finalizar un reci zarpado, para dejar a todo el público boquiabierto y flasheando? Esto me emociona tanto que no sé cómo terminar…ya sé ¡GRACIAS! ¡SALUD! ¡LIBERTAD!

 

Crónica: Nahuel Giménez

Fotos: Cristian Sánchez

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