Soñar despierto junto al río: Sig Ragga y Los Cuentos

El pasado sábado 23 de abril se presentó Sig Ragga en el galpón de la Música junto con Los Cuentos de la Buena Pipa.

Julia llega en bici, zafando del frío a base de esfuerzo físico. Con la panza llena, ata la bici mientras escucha los primeros temas de Los cuentos de la buena pipa. Entra apresurada y se encuentra, tras cruzar el telón negro, con haces de luces proyectadas alocadamente mientras suenan esas cumbias psicodélicas que tanto la hacen mover.

Para el final de la lista, sobre las 22, la banda juega una carta maestra. Comienza una perfo de Sofía Coloccini que, vestida de negro, se funde con la oscuridad de la sala. Aparece un aparejo y ella se acerca; no tiene tela, lira ni aro. Cuando abre el mosquetón, unos segundos antes de engancharse, todos entendemos que va a hacer y nos sorprendemos por primera vez. Con bailes que desafían la gravedad y posturas imposibles nos hace dudar si todo lo que vemos es real y casi imperceptiblemente va soltándose más del piso. En un momento se despega del suelo para comenzar a volar y girar acompañando la estridencia de la música. Nos sorprendemos por segunda vez.

Para las 23hs el escenario está listo para el arribo de la banda principal. Se apagan las luces y se inunda de humo el galpón, demorando el primer acorde más allá de la paciencia del público que tras aplausos, gritos y cánticos no soportan la ansiedad de la espera.

Con trajes negros y cuerpos metalizados nos hacen cantar las canciones que tan felices nos hacen. Los sonidos caribeños se mezclan con orquestas en descomposición, matices de jazz y sinestesias psicodélicas. Los temas van transcurriendo entre bailes y coros que el público ya conoce muy bien; no importa el idioma en el que canten. Tavo deja el teclado para cantar En el infinito y nos invita a jugar con él. Por varias canciones nos hace cantar, saltar y acompañar con el cuerpo una charla que va más allá del sonido.

Terminamos de cantar Feliz para las 12:10 y no hay rastros de Fotografías. Nos agarra desprevenidos la característica música que nos anuncia el fin del espectáculo. Con la tristeza de saber que no habrá un bis, nos quedamos aplaudiendo hasta que se retiran luego de saludar varias veces. Las manos no se cansan de agradecer a esta banda santafecina el hacernos soñar despiertos, escapar de este caótico mundo a un onírico momento de alegría y magia.

 

Texto: Cabezón Nº 27

Fotos: Gabi Lovera.

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