Babasónicos, un elogio a la noche

La gira Bye Bye trajo a Babasónicos una vez más a Rosario, ahora presentando su último álbum, Trinchera.

Hay cosas que te rompen la cotidianeidad, y entras ellas, se encuentran los recitales en días de semana. O mejor dicho en noches de semana. Pues la noche pone condiciones que trascienden la idea inmóvil de los días de semana, y habilita el suceder de cosas que serían inconcebibles sin sus reglas. La noche es un portal imaginario donde habitan los permisos que de día ni en pedo se dan. Y todo eso acontece una noche (en este caso de miércoles, pero casi que es un dato irrelevante) en la que Babasónicos se presenta en la ciudad de Rosario.

La mítica banda habitante de la bisagra de los siglos llegaba una vez más a nuestra ciudad, luego de una larga espera, para presentar Trinchera, su último material de estudio. Una obra conceptual, digna del 2022, y a su vez también digna de una banda con 30 años de viaje entendiendo lo que está sucediendo, sin caer en las trampas de las etiquetas, moralinas y envejeceres. La cita era en el Metropolitano, y se esperaba para principios de mes, pero por cuestiones relacionadas al virus ya muy nombrado, se pasó para este miércoles que pasó.

Entrando al enorme recinto tuve la suerte de cruzármelo al Julian, uno de esos amigos que son amplios compañeros del momento compartido, y justamente una de las personas que conozco que mayor estima le tiene a la banda que nos encontraba. Nos acercamos bastante al escenario pero sin forzar demasiado esa cercanía, a la espera de que comience el espectáculo.

Las luces se apagaron, los gritos se hicieron escuchar, y arrancó con Bye Bye, corte de difusión del álbum, en el oxímoron de aquello que se presenta despidiéndose. "Hazme el amor hasta el amanecer y después bye bye", invitando al goce fugaz del encuentro que no sabés cuando se repetirá, valorizando el deseo que habita en la despedida, en la falta que todo lo crea, que todo lo imagina.

Ese comienzo fogoso no podía apagar su llama rápido, y la banda supo aprovechar lo que se encontraba encendido para acrecentarlo dándole al público lo que quiere, lo que hace rato ya lo atraviesa, y tocaron dos clásicos inmensos como Los Calientes y Putita. Y ahora sí, hola.

Entre algunas de las mejores canciones que los Babas nos regalaron en los últimos años (como Ingrediente, La lanza, La pregunta), fueron presentando algunos de los temas de Trinchera, el álbum que están presentando, y así sonaron Mimos son mimos, Paradoja y Mentira nórdica.

Trinchera es un álbum con todas las características de una obra conceptual, que muestra la vigencia de una banda del calibre de Babasónicos. Podría decir algo así como “qué bien envejeció esta banda”, pero lo cierto es que con este álbum queda bien en claro que no hay vestigios de envejecimiento acá, más allá de alguna que otra cana. Es un disco que entra muy bien en el contexto que propone la música actual, y es algo que no ha sido para nada forzado por Dárgelos y compañía, quienes desde su hermetismo compositivo gestan una música que surge de lo natural de la creación artística genuina, sin forzar algo en partícular, expresando sentires y generando sensaciones bien desarrolladas. Todo está pensado y nada es forzado.

¿Cuál es la trinchera de Babasónicos? Es la auténtica fuente de la juventud, el placer que se mantiene como objetivo inclaudicable, el deseo motor, y la noche y sus reglas como fuente eterna de inspiración. La vigencia en el éter de la creación y el amor, prueba certera de todo aquello que no es y nunca ha sido impostado. Y la sensualidad, por supuesto.

“Paguemos algo que todavía no rompimos para que luego no nos vengan a frenar”, con esa sensación preciosa de haber generado todas las condiciones para el goce irrefrenable, suena Tormento, y hay un momento para la guitarra endiablada de Deléctrico, con un juego de luces multicolor que alcanza cada rincón del galpón.

La propuesta escénica del show es tan minimalista como cautivadora. Las pantallas puestas en el escenario invitan a la mirada sostenida, y quien se ocupa de la iluminación es un elemento humano tan necesario para el show como cualquier instrumentista. También las decisiones de vestuario son sumamente acertadas, como siempre. Un gran ejemplo de la importancia de lo escénico dentro de un show musical, que no puede sólo quedar relegado al disfrute del sentido de la escucha, sino que tiene que ser necesariamente una propuesta multisensorial. Babasónicos sabe bien esto, se hace cargo de que así sea, y en eso, cada detalle está pensado.

Momento sumamente rock el que devendría, en un repaso por los más picantes riffs que se hallan en su discografía, y el feeling “no me importa nada” que tanto los caracteriza. Ceño fruncido durante un buen rato mientras suenan de un tirón Su ciervo, Pendejo, Cretino, Así se habla, Desfachatados, Irresponsables y Sin mi diablo.

Todo se ablanda cuando suena Risa, y luego viene Anubis, a mi entender, una de las más grandes joyas del último material de estudio. “Nena todo lo que empiezo lo consumo hasta el sustrato” reza su letra, y siento que no hay nada más Babasónicos que esa certeza, ese darlo y tomarlo todo hasta las últimas consecuencias.

El flechazo al corazón y su consecuente piel erizada se consuman cuando suena Cómo eran las cosas, ¿y cómo no emocionarse? Luego vienen dos tercios del popurrí de Anoche, Carismático y Yegua. Y el momento es coronado por el último himno de la banda, La izquierda de la noche, un elogio a la nocturnidad y a sus posibilidades. Y la banda se despide como quien sabe que vuelve.

Y vuelve para irse con Humo, y con el “canción llévame lejos” de El colmo. Ahora sí el círculo conceptual se cierra como empezó, con Bye Bye, dándole así el sentido claro a aquella introducción con una despedida, al título de la gira. Cuando ya se alcanza lo etéreo del deseo, los encuentros y desencuentros son una pista circular en la que siempre se retorna al mismo buen lugar, y la falta ocupa un espacio esencial para la recreación del goce que volverá a estar la próxima vez que nos encontremos. Así cada instancia es necesaria y gustosa, siempre y cuando se utilice esta mirada. “Soy tan romántico como se puede ser. Idealizo las pequeñas cosas, le doy vida a todo”.

Babasónicos nos metió una vez más en su viaje, en lo que sucede arriba del escenario, en ese trance consciente, sabiendo dónde están los límites de la locura y hasta dónde se puede llegar en la dinámica del disfrute sin perderse para siempre en ese hipnótico universo de reglas difusas.

La sensualidad es una característica propia de Babasónicos, y Adrián Dárgelos la utiliza a su provecho siempre, en su recorrer el escenario, en su conectar con cada artista, en su sostener el micrófono y en todo lo que genera en quien nada en su universo creativo.

Babasónicos es un concepto, una idea mucho más grande que una banda y un cancionero inmenso. Tal vez con el paso de los años terminemos de entender lo importante que es esta banda para la historia de la música argentina y latinoamericana. Pocos artistas tienen la potestad de crear un universo, con su día y su noche, con sus múltiples recovecos y sus alcances sentimentales incalculables. No hay temor en asumir la oscuridad para poder mostrar la totalidad de luces que forman la idea.

Y sí, me enamoré de la noche.


Texto: Gonzulu
Fotos: Mariano Ferrari

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