Teatro: el arte como herramienta de resistencia

La nueva obra del grupo teatral "Esse Est Percipi" y del director Gustavo Di Pinto, rememora el matiz de una época para visibilizar los claroscuros del presente.

Laura cuelga de la lira delante la Luna que está en el fondo del decorado. Desde donde estoy, el ángulo de visión me permite observar la imagen con una perspectiva privilegiada. Desde allí puedo ver a Laura como si estuviera trepada al satélite. Ella se contornea, da giros,  declara su amor por “muchacho”. Parece que refriega su cuerpo sobre la luna como si fuera un gato. Es amor cabal. Qué mejor comienzo para una historia que la espesura del corazón. Un lugar común infalible, un anzuelo. 

La trama comienza desde esa altura para luego derramarse sobre un escenario plagado de actores: doce en total. Éstos aprovecharán el ancho de la sala, de extremo a extremo, para moverse con holgura. El espacio se irá activando parcialmente según lo que suceda, dividiéndose en escenas y temporalidades, o se desplegará en su totalidad conteniendo el vaivén de la historia cuando todos participan. Pero nunca habrá quietud, ya que los protagonistas estarán siempre latentes entre luces y sombras.

Ambientada en el año 1978, el tiempo está señalado por el vestuario del elenco: la señora de ruleros con batón, la diva con el mono enterizo, las camisas y pantalones ajustados, las  patas de elefante. Colores y texturas de todo tipo. Tampoco faltará la música, la lubricación de los recuerdos: Amanda, además de ser la presentadora de TV, es la encargada de interpretar canciones que tendrán la función de enmarcar la escena. 

La obra recrea “un capítulo de una telenovela que probablemente la censura no hubiera permitido salir a la luz”. Es decir, en la obra nos encontramos con actores actuando de actores de una telenovela en la que dos familias, aparentemente sin nada en común, entrelazan su destino de manera dramática.  

Recreará un estudio de televisión que parecerá un conventillo sin paredes, donde el melodrama familiar, los amores de proximidad y entreveros de sus personajes, funcionarán como los ingredientes de la receta de una época: telenovelas y comedias ligeras, no por ello menos trágicas y en la que no faltarán sorpresas, galancitos, familia y amor. Como signo del amor inocente, de una forma dulce y sutil, los protagonistas toman una rosa cada vez que hablan con el corazón. 

Sin embargo, los personajes ocultan algo que sólo se develará progresivamente cuando comiencen a permear la pared con el espectador, llamando a tener conciencia de otro escenario. Particularmente, el símbolo del rimel chorreado en el rostro de las actrices lo revela. También un hecho concreto que terminará generando una ruptura que cambiará el matiz de la obra. 

Gustavo Di Pinto toma el desafío de dirigir un elenco numeroso con el que elabora un collage de personajes y con los que logra mostrar un paisaje de su memoria: la ficción en el marco de la dictadura. 

Para la Argentina, 1978 es un año especial. A dos años del golpe, la junta militar  busca legitimar su permanencia en el poder, tratando de ganar el apoyo de los ciudadanos. En una cabeza militar, todo son batallas; y la cultura, entendida como la expresión creativa que refleja la realidad que atraviesa a las personas, no escapará del filo censor de las bayonetas. Enmascarar una dictadura genocida, llamándola “Proceso de reorganización nacional”, da cuenta de ello. Los programas televisivos de entonces, a pesar de la presión plomiza y la censura, mantienen su propio brillo y glamour, pero sin mover demasiado las aguas. 

La obra, resultado de la nostalgia y la reflexión, elabora un registro artístico y lo toma como una huella histórica. Para comprender su pasado, para adquirir una óptica del presente. Para mirar sobre su hombro y comprender la advertencia: todo tiempo posee una construcción del relato con una función, una visión que posee contrastes sobre el bien y el mal. Usualmente, extendida por el poder de una voz, algunos podrán convivir con esa pantalla, otros no. Pero la ficción, con sus filtros expresivos, nunca deja de ser una simulación de la realidad y es capaz de mostrarnos diferentes versiones de la misma: camuflándose, a veces escondiéndose para llegar a la superficie como la punta de un iceberg.  

“Adoro...” Es un tributo al poder de la risa como escape y del arte como herramienta de resistencia, recordándonos la importancia de la ficción y la creatividad en momentos difíciles de nuestra historia.

Por Juan Pablo Funes @funes.jp

Estreno: Sábado 20 de abril 

Horario: 21:00hs

Sala: La Orilla Infinita (Colón 2148)

Funciones: Sábados de abril, mayo y junio de 2024

Entradas a la venta en www.laorillainfinita.com.ar/entradas

 

Ficha técnica:

Idea, dirección general y puesta en escena: Gustavo Di Pinto

Dramaturgia: Gustavo Di Pinto, Griselda García y Santiago Pereiro.

Asistencia de dirección: Griselda García

Asistencia de producción: Clara Galindo

Protagonizada por:

Ignacio Amione como Rolando

Martina Berra como Inés

Ayelén Cano como Leti

Santiago Pereiro como Leopoldo

Juan Manuel Raimondi en el papel del Dr. Fernández. 

Con la presentación en TV de Rocío Rosas Paz como Amanda 

Manuel González como Ringo 

Participación especial de Coco Castillo como el fascinante tío Gogó. 

La actuación estelar de las primeras actrices Analía Saccomanno como la sufrida Mabel y Bárbara Zapata como la pérfida Doris.

Producción: 

Diseño y realización escenográfica: Lucia Palma y Rodrigo Frías

Diseño de vestuario: Liza Tanoni

Realización de vestuario: Cintia Pendino

Caracterización: Ramiro Sorrequieta

Diseño de iluminación y técnica: Niche Almeyda

Coreografía Lira: Clara Galindo

Coreografía Teatro de revista: Vanesa Moran Díaz

Arreglos musicales: Esteban Pereiro

Colaboración en textos: Enrique Gabenara

Realización audiovisual: Costera Films (Miler Blasco y Julián López)

Diseño gráfico: Lis Mondaini

Prensa y Difusión: Pamela Di Lorenzontmbre del último modelo de auto de su principal auspiciante

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