Cuando las almas encuentran lo inesperado

Un "casi solitario" anciano y una hoja seca protagonizan un encuentro minimalista y emotivo ¡Que vivan el regocijo de las pequeñeces y los hedonistas del día a día!

Por Massimo Foto: A.R

Capítulo 1

El oscuro velo pintó el paisaje y pocas almas paseaban por las afueras de la ciudad. Ella, danzando y en compañía de un vigoroso soplido llegó desapercibida a su lugar.

Dónde o cómo era ese lugar no es de importancia, lo trascendental sucedía en otros ámbitos del espacio.

Para ella, llegar significaba algo más que quedarse allí, era el principio de un final inesperado pero raramente correspondido.

Si hubiese optado su destino escogería otros lados pero las ráfagas soplaban hacia alguna dirección que elevaron en su ser un sentimiento tan fuerte e inédito que sintió la hora de llegar.

Tanta fue la intensidad de su situación que exteriorizó sus energías, haciéndolas llegar hacia algunos personajes de su entorno, alterando así otros destinos y desencadenando emociones que sin su presencia no habrían visto luz.

Tres palomas, que muy tranquilas reposaban sobre un cable, la vieron llegar y asustadas volaron. Las aves, sin saber dónde ir, dejaron huellas del sonido producido por sus alas resonando por toda la cuadra.

Un vecino al verla llegar sin saber porque sacó su escoba con ansias de barrer la vereda. Cuarenta hormigas se suman a la lista de repercusiones de su llegada,  cambiando el camino hacia el hormiguero instintivamente pero forzadas.

Unos segundo después de tales episodios, la vida de ella generó un canto en los arboles y culminó quedando en la feliz memoria de unos pocos.

Capítulo 2

Juan Bultizanoto era un anciano ya jubilado, aburrido de su rutina pero de locas ideas. Pocas eran las cosas que le interesaban más que aquellas que lo desafiaban a superarse personalmente, pero en este caso la pregunta es: ¿Qué hace a Juan Bultizanoto superarse?

Él, por ejemplo, contemplaba su superación en cotidianeidades que otro vería rutinaria como de lavarse cada día mejor sus manos, contar los pasos de la nevera hacia la puerta de salido o competir con el mismo tratando de limpiar su hogar todos los días al mismo tiempo.

También pensaba que ya había encontrado en su vida a todas las personas que debía haber conocido. Era por eso que últimamente experimentaba unos tristes años de casi soledad.

¿Por qué casi soledad? Bueno, Juan encontraba en sus mañas la compañía que le hacía falta, disfrutaba regocijarse en las pequeñeces y se autoproclamaba un hedonista del día a día.

Disfrutaba de cosas como oler la tierra mojada de antes de llover y el sonido del ventilador al irse a dormir pero su más preciada joya sensorial la encontraba en pisar aquellas hojas secas que se encontraban inesperadamente en sus caminos nocturnos por el barrio.

Capítulo 3

Una día en que el oscuro velo pintó el paisaje y el viento soplaba como queriendo hacerse ver en movimientos ajenos, Juan Bultizanoto salió de su casa para hacer una de sus tantas caminatas nocturnas.

Luego de diez minutos caminando presintió que algo iba a sucederle o quizás alguien iba a conocer. Curiosamente poca gente se encontraba en las afueras de la ciudad.

Al doblar la esquina lo sorprendió una fuerte ráfaga de viento que traía consigo la más hermosa hoja seca que jamás había visto. Inmutado e inmóvil espero con ansias a que su tesoro repose en el piso.

Lenta y mágicamente ella terminó reposando bajo sus pies y Juan Bultizamoto, después de pisarla y escuchar ese agradable sonido crujiente, regresó feliz a su hogar sintiendo la plenitud correr por sus venas.

El alma de alguien encontró el corazón de otro. 

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