¿Dónde es el show?

Pánico y locura en el Poderoso (¿?) Circo Australiano. Proteccionistas y cirqueros se cruzan durante un feriado espeso en donde también irrumpen falsos canguros y conejos punteros. Por Laura.P*

Distintas partes de la sociedad se enfrentan en un dilema moral. Mientras se desarrollan progresivamente las agrupaciones defensoras de animales también los conflictos sociales en algunos escenarios, crecen. Los activistas vs los dueños de circos con animales se baten a duelo en un conflicto que se parece más a un capítulo de “Policías en acción”.

Hoy es martes feriado, son las cuatro de la tarde en el reloj de la terminal de ómnibus. Los colectivos –de línea y micros–  se movilizan en todas direcciones con ruido infernal, todo el tiempo todos los días.

Un frío espeso inunda las calles.

Justo enfrente está El Patio de la Madera, por calle Santa Fe una fila larga de personas –dos o tres delante de otros dos o tres y así reproducido–, en la puerta un cartel enorme: “Terror Aventura” con la imagen de la protagonista de “El exorcista”, que también estampó la ciudad entera. Es un Parque temático interactivo y vino donde el Poderoso Circo Australiano.

¿Un circo? ¿De Australia? ¿Poderoso?

No es de Australia, ni mucho menos. Pero es ambulante y con Tigres, leones, camellos, osos, chimpancés, cabras, bisontes, canguros, perros y otras especies, como “elenco artístico” además de humanos.

La boletería es de metal con la imagen de un payaso horrendo en el medio, pelo naranja, nariz colorada diabólica y pinturas de pequeños canguros verdes. Para el circo hay que formarse como los que van a Terror Aventura,de modo que la fila aumenta, porque todos ellos pagaron su entrada habidos de entretenimiento seca neuronas.

En la otra esquina del Patio, parados sobre calle córdoba, con actitud sospechosa de tramar algo que podría ser –pero no es– una gran revolución: proteccionistas de animales: “Salvemos a los animales”, “circos sí, pero sin animales”, “no financie la tortura animal”, y otras frases más son los lemas del grupo.

Llenos de fuerza y galletitas, con sus frases en folletos y su esperanza utópica casi intacta. Carteles, volantes y un megáfono. Quince personas.

La terminal llena de gente en sus burbujas.

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Con respecto al espectáculo todas las referencias hacen del Circo Australiano una imagen desagradable. Es largo el historial de especies animales y el prontuario de conflictos en muchas localidades que visitan. En Córdoba y Necochea fueron expulsados por el público debido al maltrato animal.

En una ocasión la gente presenció cómo castigaban con duros golpes a un simio que “vive” y “trabaja” en el circo. En la otra, descubrieron que un camello hembra tenía grandes problemas de salud física y apenas podía moverse, sin embargo no era atendida por ningún veterinario.

La propuesta del show  que atrae al público con la publicidad del “canguro boxeador”, en esta ciudad, es la de una persona disfrazada de canguro que hace payasadas. Claro, una ordenanza municipal  prohíbe espectáculos con animales.

El público ríe ¿Les da igual?

El otro dato no es de consuelo: en el año 2009 el espectáculo se presentó en Rosario, las manifestantes militaron por la causa para que el circo abandone la ciudad. En respuesta los organizadores de este les pagaron a unos hombres para que les pegaran. Las activistas eran todas mujeres y fueron heridas en la cara y el cuerpo con golpes de puños y patadas. Hicieron la denuncia pero la compañía circense trabajó hasta el último día. Después volvió a partir.

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El circo es expresión artística milenaria, espectáculo cultural, actividad de entretenimiento y hogar de payasos, contorsionistas, tragafuegos, bailarines, malabaristas, presentadores y algo más, animales.

La historia de los circos con animales es larga. Pero el grueso del público desconoce las formas de sometimiento.Cuando se ve una escena de un animal haciendo un “truco”, es el resultado de un adiestramiento estricto y agresivo. La herramienta con la cual se los domina no es otra que el castigo, la coacción.

Cualquier especie necesita vivir libre en su hábitat donde encuentra el clima, el agua y alimentación que le corresponden según su biología. Además, recorrer extensos territorios en busca de su supervivencia para terminar el ciclo de la vida de forma natural.

Todo lo contrario sucede en un circo: viajes constantes en vehículos, encerrados en jaulas y atados con cadenas para que no escapen, soltados sólo para cumplir con el entrenamiento y los que los lleva a comportarse de una forma desnaturalizada; sumando estos factores se consigue una cantidad de enfermedades físicas y psíquicas que padecen hasta su muerte, porque las actividades de trabajo superan sus capacidades fisiológicas.

Una vida de mierda, bah.

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Ya son las cuatro y media.  Veinte personas se organizan frente a la boletería.

Mientras tanto el frío se mete dentro de las camperas; familias de niños jóvenes, adultos y grupos de amigos vienen a festejar un martes 9 de julio feriado y popular.

Del lado contrario una fila desnutrida de proteccionistas de animales reparten volantes a  los que compran la entrada del circo. Pocos los ven. Esta causa es un grito mudo.

Pasan veinte minutos; irrumpe la lucha pacífica un señor de metro cincuenta, canoso, piel rosada y con surcos. Camina enérgico hasta donde están los manifestantes, detrás una mujer de igual  tamaño, rubia con actitud secuaz:

Yo soy el organizador de acá. ¿Quién les dijo a ustedes que este circo tiene animales? – Les pregunta prepotente.

Lo dice la publicidad Señor. Muestran a un canguro boxeando. Además este circo tiene una historia de esclavitud animal. Es conocido, el circo australiano utiliza animales. –Responde una activista. Los demás hablan atrás al mismo tiempo.

- ¡No! ¡Ese es otro circo Australiano! ¿Saben qué? esto demuestra que son unas ignorantes. ¿Saben qué? Gracias. Porque esto quería yo. Que vengan acá a hacer esta payasada.- Exclama el señor nerviosamente. Detrás un hombre de gran tamaño vestido con ropa vieja, comienza a echar a los manifestantes, es el de seguridad del circo.

Llega más gente del circo, entre ellos Mikey, Woody y un conejo gigante. Burlan, ridiculizan y presionan a los animalistas para que se vayan, a su vez disimulan la pelea saludando y posando en fotos con los niños que pasan.

Gritos que aumentan. Tensión. El matón del circo se ensaña con una mujer cuyo cartel lleva el lema “Los animales no son mercancía”:

- Andate de acá porque nosotros estamos laburando- Le dice. A lo que la chica responde que la calle es pública y no tiene por qué moverse de ahí.

Después es forcejeada de los pelos hasta el piso y golpeada en la espalda con puños por los circenses. Insultos que continúan y un activista llama a la policía que no parece poder atender este caso.

La violencia es astuta, sabe cuándo aparecer y hierve la sangre de cualquier primitivo, contagia a grandes masas, explota y deja heridos. Es una bomba activada.

Mientras, las preguntas hacen ruido ¿Estarán acostumbrados? Acaso ¿ser altavoz de esta lucha es ser agredido? Sólo pueden esperar el milagro policial.

La policía llega… veinticinco minutos más tarde, cuando los circenses se escondieron y la pelea está disuelta. A las cinco y media de la tarde se median las partes y un oficial morocho y de gran tamaño, aconseja a los activistas:

– Si vienen a buscarlos  para pegarles, ustedes no hagan nada. No se prendan porque si no nosotros no los podemos defender.

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El Poderoso Circo Australiano continúa cobrando su entrada cincuenta y setenta pesos las primeras filas. El canguro boxeador es el show más famoso y esperado por el público.

Ahora son las ocho de la noche. “Terror aventura” renueva su fila. Los que no fueron a la comisaría aún están ahí, siete personas paradas en una esquina, tomando mates y sacando conclusiones. El peor peligro es que contraten gente para golpearlos. El mayor objetivo que lleguen los medios. Cualquiera de esas cosas daría un soplo de esperanza a la causa que defienden fervorosos.

Nada de eso ocurre.

* Laura P. forma parte de "Las voces del telón"

 

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