Las líneas que siguen son la sinfonía de tres días de relatos en manada. Con nuestra grupa rosarina, con las 70mil hermanas y con las activistas del taller 71 del 32° Encuentro Nacional de Mujeres. Sentite libre de sentirte identificada y, siempre pero siempre, sentite libre de sentirte gorda.
De ruta 712 km, de noche; de mate, debate, de cantos, de abrazos. Juntas, nos hicimos mapa de la ciudad y juntas, tejimos nuestro recorrido en su geografía. Cuentan las compañeras chaqueñas que a Resistencia la nombraron así los españoles colonizadores que ¡pobrecitos ellos! al llegar a estas tierras tuvieron que enfrentarse con la barricada de sus pueblos de pie. Resistencia, la que hoy se abraza con 70mil mujeres en sororidad, y se habita de esa misma lucha. Resistencia, porque con nuestra historia y nuestra fuerza en manada no van a poder.
Las escuelas rebalsadas.
Las plazas estalladas.
Las calles apropiadas.
Un taller nuevo se sumó a la grilla, a último momento. Laura Contrera, activista gordx y co-compiladora del libro “Cuerpos sin patrones" nos cuenta la experiencia:
“A raíz de que el año pasado en el anterior encuentro, dentro del taller que abordaba el tema de corporalidades, surgió por varias compañeras que les interesaba el tema de la gordura y vieron que fue completamente insuficiente ese taller; era un sub-tema. Muchas de las personas que estaban ahí no creían que tenía la importancia y la relevancia como para ser una cuestión específica. A raíz de eso, a través del taller Hacer la vista gorda que junta gente en la ciudad de Buenos Aires hace unos años en torno al activismo gordx, pensamos que estaba bueno prpponérselo este año a la Comisión Organizadora. La respuesta inicial fue negativa, fue que ya existía el tema, como sub-tema dentro del taller de corporalidades y que no era necesario poner un taller específico sobre la gordura. Lo fundamentamos, le hicimos un temario y demás, conseguimos todos los pasos que hay que seguir para habilitar un taller y bueno, aparentemente en algún momento aunque nuestros intercambios de mails dicen otra cosa, aparentemente fue un error de la comisión, que se dieron cuenta cuando hicimos una campaña en internet y un montón de amigas y afines, no sólo activistas gordas, empezaron a escribirle a la comisión pidiendo la apertura del taller para las gordas. Ahí el error de pronto fue subsanado, pudimos fundamentar el taller, entramos como el taller 71 que es el último. Entramos en las últimas pero entramos.”
¿Y ahora como se sienten despues de la experiencia de dos días intensos de taller?
“Emocionadísimas, creo que fue una experiencia básicamente de mucho encuentro. Era lo que esperábamos, lo que fomenta los encuentros, la posibilidad de escuchar a personas de todas las partes del país, del extranjero que han venido. Incluso algunas han venido especialmente a participar de este taller, fíjense la importancia que tiene regionalmente ¿No? Es muy relevante, y creo que colmó nuestras expectativas, las desbordó, vamos a seguir usando esa palabra de desborde, en cuanto a todas las ideas que podemos implementar, las alianzas, las estrategias políticas que nos podemos dar, a partir de este encuentro que creo que es el comienzo de una serie de posibilidades para el activismo gorde que todavÍa no nos podÍamos imaginar, hasta este momento.”
El salón de clases que nos contenía estaba repleto de cuerpas gordas y no gordas, de cuerpas trans, de cuerpas más jóvenes y más adultas, cuerpas lesbianas. Había estudiantes de secundario, docentes, nutricionistas, del ámbito audiovisual, del teatro, estudiantes de la salud, y hasta una diseñadora de indumentaria. Así, con las emociones a flor de rollos, transitamos el activismo gordx: nos volvimos a encontrar cada una con su historia, conocimos otras, tantas que no cabíamos en el espacio; y no por el tamaño de nuestras cuerpas, sino por la cantidad que éramos. Éramos tantas que no queríamos desdoblarnos en dos comisiones, queríamos encontrarnos todas cara a cara, escucharnos, sentirnos, apreciarnos en nuestra presencia de carne. Sólo con el fin de redactar mejor las conclusiones al final del tercer taller aceptamos dividirnos.
“- Nosotras nos apropiamos de la injuria y ahora gordx es el nombre de nuestra rebelión. Ya no nos nombra el poder social, médico, económico. Nos nombramos nosotrxs.
- Exigimos a quienes elaboran programas en la ESI un trabajo que deconstruya las normas de los cuerpos y que sea incluida en los temas la gordofobia.
- Este taller se pronuncia a favor de pensar la alimentación como un derecho y no como un privilegio. La alimentación tiene que ser asegurada para todxs lxs habitantes de un país y no limitada por el acceso económico o la pertenencia de clase.
- Estamos de acuerdo con que existe una industria médica de la dieta que se beneficia de la patologización de lxs cuerpxs gordxs.
- Apuntamos a destruir las jerarquías opresoras y no a destruir otrxs cuerpxs, otrxs subjetividades.
- A los clósets de la gordura ¡NO VOLVEMOS MÁS!”
La tarde del domingo salimos del espacio del salón de clases dónde lágrimas, risas y aplausos tuvieron lugar con la certeza de que hubo algo que se rompió adentro de quienes transitamos el taller. Algo se quebró para que hagamos carne la experiencia de nuestros cueros, para que se escuche bien fuerte que las normativas de lxs cuerpxs no nos significan, no las queremos. No tenemos ningún peso que perder, salvo aquel de la opresión; nuestro closet. Nuestra lucha disidente, feminista, que aúna a toda la diversidad bajo la llave del mismo armario: el patriarcado y sus estructuras, sus disciplinamientos, sus notas y sus tallas. No volver al closet significa destruir los límites oxidados para fluir hacia otros lugares, para encontrarnos con otrxs cuerpxs y afectarnos; porque el giro más radical contra el neoliberalismo magro, es la empatía gordx.
Texto y entrevista: Rocío Ranciari, Camila Di Mónaco y Lucía Cuneo Fotos: Lucía Cuneo