El Festival Buena Vibra desembarcó por primera vez en Rosario. Morbo y Mambo, Militantes del Climax, Banzai FC y Jvlian se abrieron paso en La Sala de las Artes en una noche que se llevó la tormenta a fuerza de baile.
Un buen número de ediciones carga ya el Festival Buena Vibra en la ciudad de Buenos Aires, y el fin de semana salió de gira por primera vez, dándonos la oportunidad tanto a rosarinos como cordobeses de soltarnos y tirar esos pasos que estaban guardados. Ya nos había adelantado Manuel, bajista de Morbo y Mambo, en diálogo con Parlatanes, que esta edición del festival iba a ser bien bailable. Y no se equivocó.
La apertura estuvo a cargo de Banzai FC, acompañados por Wos (campeón nacional de Batalla de Gallos 2017). Ritmos funky y hasta jazzeros, rimas y juventud sobre el escenario hicieron mover las piernas y calentar el cuerpo de los que temprano se acercaron a La Sala. Así le dieron paso a Jvlian, otro proyecto joven y renovado, que tal vez se acerca un poco más a los sonidos del trap, con rimas compartidas bien de frente, sonó y retumbó en las paredes del lugar. Les pibes se vienen con todo, tienen mucho para decir y rompen estructuras que venian prefabricadas. Ambas bandas son un buen ejemplo de esto.
Así llego el turno de los Militantes del Clímax, banda que poco a poco se vuelve referente de lo nuevo y fresco del hip hop, que no rapea sobre bases, sino acompañado de una tremenda banda, que en más de un tema no necesita voz alguna. Dan inicio a su show con un fuerte monólogo y perfomance arriba del escenario, una fija ya en sus presentaciones, poniendo en jaque al público que no puede escapar de ser interpelado. Seguido esto de una tensa y liberadora a la vez introducción instrumental, aparece el Abuelo con sus rimas claras: "llegamos y trajimos algo nuevo al lugar". No faltaron los pogos, el agite ni los celulares perdidos y encontrados, además del acompañamiento en las rimas de un rapero rosarino y uno venezolano. Los Militantes se hacen escuchar cada vez más, pues tienen mucho para decir, y saben que en Rosario se van ganando un público fiel y cada vez más grande, que no se aguanta la manija de un segundo disco. Vale la pena recalcar la fusión entre el hip hop y géneros como el funk y el jazz, entre la cultura de la calle que no se calla, la constancia de la sala de ensayo y el placer de bailar.
Se hacía tarde y continuaba la noche con la presentación de Morbo y Mambo, que no tardó en hacer entrar al público en un trance un tanto místico del que se hace difícil salir. Partiendo desde sus inicios con un sonido stoner, Morbo y Mambo Muta, como bien titula la ultima placa discográfica, y se vuelve más danzante. Emociones fuertes que no necesitan palabras. Vientos, percusiones y cuerdas que penetran el pecho, y te hacen pensar que entendieron todo lo que pasa dentro tuyo. Una increíble conexión entre cada uno de los músicos, tan fuerte que no parece creíble que solo los conecten un buen número de ensayos. Es como si algo mayor rigiera esos sonidos. Creo que el objetivo de su música difiere del típico objetivo del rock, y rememora los planes antiguos y ritualicos de la música, los de generar sensaciones y hacerte entrar en otro estado. Tal vez la estoy flashando mucho con mis palabras, pero en el rato en el que estuvieron arriba del escenario, pasaron muchas cosas dentro mío, y una versión de Mañana en el Abasto para sentir y sentir.
La pista quedó prendida fuego y algunos de los que quedamos debajo del escenario, a pesar de las altas horas de la madrugada, seguíamos sedientos de baile. El DJ supo aprovecharlo pinchando unos temas mientras los plomos hacían su trabajo: desde Anderson Paak hasta Michael Jackson.
Una buena noche de buena vibra compartida en la ciudad de Rosario. Y si alguno de los músicos que se hicieron presentes en las tablas de La Sala el sábado lee esto, que sepa que en esta ciudad tienen las puertas abiertas para volver a detonar nuestros cuerpos.
Texto: Gonzalo Lujan
Fotos: Francisco Morello