El crepúsculo de los Vengadores.

Con una gran expectativa, se estrenó Avengers: Endgame, la anteúltima película que viene a cerrar toda una era cinematográfica del mundo Marvel.

Por Agustín Barcos.

En los últimos años, pocas películas han generado tanta exceptiva como esta última del universo Marvel. Esa expectativa generada no es casual, el año pasado en su primera semana de estreno, Infinity War (la anterior) en nuestro país vendió casi 900 mil tickets y fue todo un suceso, donde el malvado Thanos nos hizo conocer su maquiavélico plan. Continuando con esa historia, y cerrando más de diez años de películas, Endgame tuvo un estreno aún más exitoso, donde con solo tres días de estrenada ya casi alcanzamos la marca obtenida el año pasado, antes de que se cumpla la semana.  

   En esta secuela, la tierra vive melancólicamente los días después de la devastación producida por Thanos. Allí, los vengadores que han sobrevivido buscarán restaurar el daño producido por él y hacer valer la chance elegida por Dr. Strange, la única entre los 14 millones en la que los vengadores podrían ganar.  

   A pesar de ser una película de tres horas, está cargada de chistes al estilo Marvel para hacer más llevadero el relato. Tengamos en cuenta que es la anteúltima película de esta saga, por eso podemos ver la pretensión de atar todos los cabos, con muchos guiños y referencias a otras películas de la franquicia. En esos momentos la película se torna muy fanservice (detalles para los fanáticos) y  para los que no son fans de este mundo se le pasan muchas cosas, pero a la hora de la acción y la espectacularidad, todos terminan vitoreando y aplaudiendo la película, al menos esa fue mi experiencia. 

   El tiempo, una vez más, es uno de los tópicos de hace avanzar a la trama. Señalamos que no nos parece tan casual la popularidad de productos audiovisuales que jueguen con la temporalidad: Game of Thrones lo ha hecho, La Maldición de Hill House, ahora llegará la segunda parte de Dark, etc.. 

   Una gran despedida, como se debe, a personajes entrañables que durante una década llenaron de pochoclos las salas y motivaron a niños a disfrazarse. Nota: 4/5 (Muy buena).  

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