Es la historia de Ashitaka, un joven e intrépido príncipe que resulta herido por monstruo que lo maldice. Por esta herida maldita que lo va consumiendo, decide emprender un viaje hasta los misteriosos dominios del Dios Ciervo, una deidad capaz de curarlo de esa maldición. Lo que no sabrá, es que en camino estará en el medio de una guerra entre varios ejércitos, entre animales guerreros, samuráis codiciosos y dioses poderosos. 

   La princesa Mononoke (estrenada en 1997) fue un exitosísimo producto del Studio y una de las grandes obras maestras del maestro Hayao Miyazaki, al punto de marcar récords de taquilla en Japón y el mundo. El film rebosa encanto en ese mágico mundo donde los animales son custodios del bosque y los dioses que ahí habitan, pero a su vez es tan humano al ver que muchos de los que mantienen una guerra con esos animales son obreros y obreras pobres, muchos de ellos enfermos, que se ganan la vida en la factoría. La codicia, tan humana, también está presente en los que buscan dar con el dios del bosque como si buscaran el Dorado, como víctimas de una fiebre por el oro. 

   Cada uno de los fotogramas de la película desbordan belleza, con dibujos encantadores y originales. Pero lo más destacable es el guion: a cada uno de los bandos lo movilizan motivos diferentes, pero todo está relacionado por el bosque y los recursos, materiales o místicos, que puede proveer. Nota: 4/5 (Muy buena).