Tras la dirección de Roly Rauwolf, “Retrato incompleto de la canción infinita” mezcla fragmentos de Daniel Melero siendo Daniel Melero, y su extraordinaria, pero poco celebrada, trayectoria artística. La cita es en Puentes de cine.
Por Ludmila López
Pocos son los músicos que a pesar de su influencia musical, deciden quedarse al margen del populismo. De este concepto, o mejor aún, de esta filosofía de vida, es que nace la iniciativa de un documental sobre Melero.
“Retrato incompleto de la canción infinita”, es el recorrido enigmático de un prócer del tecno, de un adelantado cultural. Es un viaje en la historia íntima y misteriosa del rock. Es la cronología de un éxito predestinado, y es la forma más real y concreta de encontrarnos con el detrás de escena.
Pero… ¿Quién es Daniel Melero? ¿Por qué nos interesa tanto que exista un documental sobre él?
Tal vez la respuesta la encontremos escuchando sonidos increíbles en canciones de Soda Stereo, Babasónicos, Los redondos, Todos tus muertos, o Los brujos, porque Melero es eso: un viaje sin fin a la música.
Compositor, tecladista, teórico y productor argentino. Músico admirado y querido por muchos otros como él. Personalidad destacada de la cultura, y un ser que se considera “moldeado por el rock”.
Durante una hora, Melero abre las puertas de su guarida y sin dejar de lado su rebeldía agría, nos lleva a recorrer su trayectoria. Alejado de la fama y huyendo del reconocimiento masivo. Cómo empezó y que dejó a un lado para dedicarse de lleno al incipiente sonido electrónico, sus participaciones en bandas, su relación con otros músicos. Melero muestra el camino recorrido y deja en claro que para él, el éxito es propio y la fama solo es algo que te dan los exitosos.
La propuesta de Roly Rauwolf en versión documental, reúne videos, fotos, testimonios y registros de grabaciones. Hace visible su afectuoso y valorado vínculo con Diego Tuñoz de Babasónicos, “me vino a dar de mi propia sopa” dice Melero al respecto.
Las canciones elegidas para acompañar el film, hacen viajar en el tiempo. Nos permiten transportarnos a los años 80 con “Los encargados” y su pronta característica de “Pescado rabioso”, pasando por los 90 y profundizando en su cariño a Cerati haciendo juntos acordes y letras que la historia del rock no puede olvidar, y despertarnos en el 2000, con Babásonicos y un Melero solista y científico de sonidos.
En “retrato incompleto de la canción infinita” nos encontramos con un artista que se confiesa definido por el amor de quienes lo rodean. Un músico que recuerda lo maravilloso que fue buscar y encontrar el lenguaje personal, su impronta. Alguien que nombra a aquellos que admira y que, a medida que avanza en la cronología de su vida, su voz regala pasión.
El adn de Daniel Melero está en la música de ayer y en la de hoy, en las raíces del tecno, en los hits del rock, prueba viviente es la hermosa y emotiva versión casera de Orbitando que nos interpela directamente y casi sin esperarla, en forma de bonus track para el cierre de una historia que continua.
De Melero poco se habla pero mucho se escucha, puntapié que da comienzo a la grabación de un documental sin desperdicio.
El documental puede verse en el portal web de Puentes de Cine.