Con espacios que apuestan por devolverle a la ciudad el rock, el indie y el pop. Con protocolos imposibles de romper y con escenarios que volvieron a sentir el calor de quienes los hacen vibrar. Un fin de semana a puro show.
La gira comenzó el día viernes cuando a las 22.20 inaugura el fin de semana largo Valdes en Distrito Siete. Con un show acústico, íntimo y cálido, los hermanos cordobeses mezclaron talento musical y humor. Las cabezas se movían al unísono y durante la hora y pico que tocaron pasearon a todos los presentes por distintos ánimos: el desamor, el baile y el reencuentro. La alegría compartida, la complicidad y el volver a sentir. Todo junto, como nos cuentan sus letras. En formato de trío, Edu y Pancho Valdes junto al contrabajista Federico Seimandi armonizaron el Distrito, paseando por todos sus cortes discográficos. A la hora de definirse Pancho decide hacerlo en dos palabras: "opuestos complementarios", y vaya que lo son. Edu mostró durante todo el rato una postura más tímida, de pocas palabras pero grandes sonidos. Pancho por el contrario, fue quien tiró chistes y anécdotas además de demostrar la capacidad que tiene como cantante. Cada uno aportando lo suyo hicieron que su paso por Rosario no se olvide y dejaron a todos con ganas de más. En Ov. Lagos 790 se respiró complicidad absoluta y un profundo agradecimiento al público de comienzo a fin. El dúo está trabajando actualmente en un cuarto álbum que según declaraciones de ellos, recuperará la impronta del Valdés de los comienzos: "será muy bailable". Al finalizar la función comieron pizzas y se sacaron fotos con seguidores que estaban esperando su visita hace rato. Pero eso fue recién el comienzo de un fin de semana de agite. El domingo a las 17 rodeados de edificios antiguos una larga fila esperaba en la vereda de San Lorenzo llegando a Entre Ríos para ingresar al Teatro Broadway. Los dos shows que Conociendo Rusia daría en Centro Cultural Güemes cambiaron de localización. Asfalto Producciones trajo la banda del momento y el público supo darle la bienvenida. Apenas salieron las entradas a la venta ambas funciones estaban agotadas. Motivo suficiente para que se mude el show y se agreguen lugares, siempre cumpliendo con estrictos protocolos anti covid. Para ingresar al espectáculo debías tener descargada la App Cuidar o bien tener impresa la declaración jurada que brinda el Estado dónde queda constancia que no presentan síntomas alguno. Dentro del Teatro hay un dispenser de alcohol en gel y un equipo de humanos predispuestos a acompañarte hasta tu ubicación - que vale aclarar era por orden de llegada-. La apertura la realizó Ele Mariani. Segura, emocionada y agradecida, conquistó el teatro. Calentó los motores para lo que se venía. El show de Mateo Sujatovich y su banda fue descomunal. No alcanzaban las manos para aplaudir en cada éxito que sonaba y la manija de mover los cuerpos se veía en los brazos estirados al aire mientras se movían de un costado a otro o solo se sacudían. Los pies no quedaban quietos y los gritos y piropos no tardaron en llegar. Cuando el Ruso preguntó: "¿Quien está festejando San Valentín acá?", los silbidos estallaron y los géneros desaparecieron: "con vos Ruso" se escuchó desde lo profundo de las entrañas de alguien y otra voz agregó: "te amooo", y "yo tambíen" se escuchaba desde los asientos del teatro. Distintas voces, un mismo sentimiento. Tanto así que el mismo Ruso pidió que se cuiden la voz. Arriba del escenario las risas estallaron. Después de cada canción el público devolvía toneladas de amor manifestándose de muchas maneras. Mateo Sujatovich, Guillermo Salort en batería, Francisco Azorai en teclados, Juan Giménez Kuj en bajo, Nicolás Btesh en guitarra eléctrica y Feli Colina en coros y guitarra acústica hicieron explotar más de un corazón. Un recorrido por todos sus éxitos, un solo del Ruso y una mística de rock and roll que tanto se extrañaba. Hacía rato que las cosquillas no se apropiaban de las panzas. Al cerrar el show se vio a un Mateo agradecido con la vida, con el show que acababan de dar, con la producción, sus músicos, sonidistas y sobre todo con su público que alimentó la manija durante un año y acompañó cada estribillo de cada canción cantando junto al líder de Conociendo Rusia. Al salir del Teatro una cuadra y media de personas, manteniendo las distancias, esperaban ver la banda en su segunda función dominguera. Para ir poniéndole fin al carnaval y volver a la versión íntima del comienzo, Santi Celli aterrizó en Distrito Siete el Lunes y ahí estuvimos también. El ex Salvapantallas charló con Planeta Cabezón previo al show en la ciudad y contó que "se encuentra en un momento clave de su vida, que está predispuesto a lo que suceda y que no planea tanto lo que vendrá". Todo eso se sintió. Al cordobés se lo notó emocionado, tanto así que en un momento de su show afirmó que casi llora. Cada aplauso, silbido y coro del público a Celli lo conmovía. Era su primera vez en Rosario y sin dudas supo disfrutar de su paso por la ciudad. Contando anécdotas de sus canciones, de su vida, incluso de sus separaciones, hizo un show que sorprendió a más de uno. Caminó todo el escenario del bar, se sentó en chinito, acostó su guitarra en el piso y alimentó el aire íntimo que supo generar. Abajo todos enroscados en la mística que se había generado. Santi le mostró a su público la sensibilidad que lo caracteriza y entre la emoción y las sonrisas se pasó una hora sin parpadear. La palabra que más dijo fue Gracias. Al igual que Valdes y Conociendo Rusia. Y eso no es cosa menor en estos tiempos. Tanto los artistas, como quienes pagaron entrada para verlos, sin olvidarnos de productores, bares, fotógrafes, periodistas, prensa, sonidistas, iluminadores, entre muches otres que hacen posible noches como estas, todes agradecemos por igual. Todes disfrutamos al cien por ciento cada oportunidad que nos dan de encontrarnos así, con modalidades nuevas pero con el amor y las ganas de siempre, usando la música como puente conector que derriba distancias protocolares. ¡Que hermoso es volver a volver! Pueden ver las fotos de los tres eventos en el instagram de Planeta Cabezón. Por: Ludmila López