Hablar de la luna y el río es hablar la Rosario Smowing

Ph: María Fernández

Si de fiesta se trata la Smowing puede dar cátedra y este fin de semana lo demostró. Metió doble show en Distrito 7 para festejar el cumpleaños número 21 de la banda.

Todo comenzó el viernes 16 en uno de las pocos espacios culturales que resiste a la crisis económica y pandémica, el querido Distrito. A las 21 las puertas se abrieron y el primer festejo quedaba formalmente inaugurado. Pero vamos a hablar del sábado 17 donde planeta cabezón dijo presente. A las 21.25 el bar quedaba a oscuras y un par de luces blancas dieron vida al escenario. Siete músicos se instalaron y “Mira pa adentro” empezó a sonar. “Después que pasan unos cuantos años se ven más claras las cosas que extraño, no hay porque reírse si el chiste es malo, no importa quién lo haya contado”, cantó el capitán vestido con saco, corbata y el pelo perfectamente peinado.

A penas terminó la canción, en los dos pisos del bar se escucharon aplausos y también el feliz cumpleaños. La Rosario Smowing que nació con tres amigos a fines del siglo pasado, hoy es una banda de siete músicos en escena, reconocida nacionalmente, con cuatro discos y dos singles editados de manera independiente y sobre el lomo carga 4 vueltas por Europa e infinitas anécdotas vividas que hacen un poco la esencia de la banda. Puede percibirse que la Smowing va más allá de un proyecto musical.

Mientras el Capitán cantaba su voz penetraba adentro de todos los que estamos apreciando el show. La música no solo estaba en el aire del D7 sino que trascendía a cada molécula del cuerpo, viajaba por dentro. La smowing tocó una clásico tras otro. La temperatura empezaba a aumentar en los cuerpos que no se podían quedar quietos a pesar de estar sentados. Los recuerdos se hicieron una fiesta. La luna y el río juntos o por separado fueron parte de la banda en estos 21 años. Fuente de inspiración y también hicieron compañía cuando el desamor golpeó a la puerta.

Por momentos la angustia abrazaba al lugar, las largas resacas y las noches eternas que la ciudad nos regaló volvían en bucle a la mente y se instalaban un rato en el ambiente. Los jueves de Olimpo bar, en la tradicional esquina de Mendoza y Corrientes escuchando y bailando el rock de los 50 y 60, intentando aprender lindy hop sin saber que era. Solo dejándonos llevar por el frenesí, los cuerpos y el vino. El capitán dijo que iba a cantar una  canción sobre su vida y entonces si en ese momento cerrabas los ojos no había pandemia y los años 80 te pisaban los pies. El ayer pudo sentirse en la piel.

Pero la noche siguió y la emoción llegó con el tango que Sebas Teglia, guitarrista de la banda, le compuso a su abuelo. Martín Tessa subió al escenario y acompañó. “Que lo pario, como no voy a llorar” dice el líder de la banda, y lo mismo nos preguntamos varios. A las 22:48 con la botella casi vacía, la Smowing le daba la bienvenida a Salvador Capaldi que subió al escenario con un serrucho y dos ramas, y de esa forma rústica y hermosa acompañó con sonidos increíbles dejando a más de uno boquiabierto. Hubo tiempo para todo. Reencuentros, anécdotas, abrazos, idas y vueltas.

Las emociones fueron un torbellino y la smowing nos paseó por la melancolía y el corazón roto, el carnaval y las risas. ¿Ustedes tuvieron la suerte de ver a un hombre tocar la trompeta con una sola mano? ¿Y a 7, 8, 9 músicos poseídos por el swing sobre un escenario? Nosotros sí, el pasado sábado cuando la rockbigband de la ciudad celebró 21 años de música y resistencia.

Por: Ludmila López

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