A bailar que son dos días y uno llueve

El sábado tuvo lugar lo que se conoce como un fechon. Cool Confusion y Rosario Smowing en la Asociación Japonesa, y mi hernia de disco todavía me pide explicaciones.

La cita fue en la Asociación Japonesa, el evento previsto para las 20hs recién tuvo su primer acorde en vivo a las 23:13, larga espera compensada con el agradable clima que se vivió adentro y el precio accesible de la birra.

En todo momento se respiró festividad, gente con ganas de despedir el año bailando y quizás queriendo exorcizar algún fantasma en la pista, (con respecto a esta última apreciación el cronista no niega ni afirma estar siendo autorreferencial). En todo caso no sería la primera vez que alguien usa el difuso término de “gente” para hablar de sí mismo.

Volviendo de las divagaciones, apenas después de unos setenta puchos y varias idas y venidas a la barra, finalmente llegó el momento de escuchar música en vivo. La jornada fue inaugurada por Cool Confusion, banda cuyo nombre es tentador de decirlo entero. No sé, suena bien, tiene onda, en fin.

Guitarras, teclas, vientos, batería, voz y un bajo demoledor: enseguida pusieron a entendidos y desprevenidos a moverse. Excepto en el comienzo por un pequeño desbarajuste en el volumen de la voz que rápidamente fue corregido desde la consola, la banda sonó muy prolija. Luciendo oficio y un disfrute recíproco con el público fueron regando la pista para lo que seguiría. Qué decir de lo que escuché; para quien no conozca la banda, le puedo decir con total impunidad mediática, (no soy palabra autorizada desde luego), que se puede encontrar con una hermosa licuadora cuyos ingredientes principales son el reggae y el ska, por momentos uno puede saborear algo de Sumo, Marley, Los Cadillacs, incluso depende de cuánto haya usted bebido también puede encontrar los Doors, aunque estos últimos puede usted encontrarlos hasta debajo de la cama si lo desea. Pero aclaro, no dejan de ser pequeños resabios sonoros, cuya escucha se vuelve más rica al reconocerlos, que tal vez tenga más que ver con un TOC de quien escribe. Cool Confusion es una banda que suena a sí misma, y a pesar de no ser un devoto del reggae, disfruté mucho de esa originalidad y de un sonido que aunque muy prolijo en ningún momento dejó de arriesgar.

Tras una hora casi y media de Cool Confusión, el terreno quedó fértil para llegar al clímax de desmesura y vértigo que una banda como la Smowing ofrece. No quisiera seguir mi relato sin hacer mención a la DJ que supo llevar muy bien la musicalización tanto de la previa como de los tiempos muertos entre banda y banda. Y más aún no quiero dejar de mencionar el demencial remix de Balada para un loco, que me puso a recitar de memoria como un demente en la oreja de mi amigo, no sé si fue a proposito, pero hizo juego con lo que estariamos a punto de ver.

Con la banda ya casi acomodada sobre el escenario la gente se empezó a aglutinar adelante y todas las caderas pusieron extrema atención. La Rosario Smowing estaba lista sobre el escenario, vientos al frente derecho, guitarra (mención aparte) a la izquierda, bajo y batería por detrás, (orientación vista desde el público, si usted se para desde el escenario debe invertir los órdenes, claro), pero faltaba la voz cantante, conocido como El Capitán Casanova. Tras escucharse algunos “¿y el capitán?”, apareció.

Vestido con su típico traje desprolijo, arribó al escenario armado. En la mano derecha un generoso vaso de whisky, y con la mano izquierda sostenía un bastón que le oficiaba de apoyo. Atmosférico, misterioso, una suerte de Bukowski del Paraná, más rosarino que el monumento, un frontman con todas las letras. Debería escribir un relato aparte, solo agregar que su carisma magnético y sus monólogos entre tema y tema son un show aparte.

Con un repertorio extenso y una ejecución explosiva la Smowing estuvo a sus anchas. Me volvió a ocurrir lo mismo que la primera vez que los ví una tardecita a orillas del Paraná, sentí una suerte de excitación producto de la mezcla más placentera según creo que uno puede ver en una banda, virtuosismo y corazón. Aclaro, no trabajo para la Rosario Smowing, si usted está buscando objetividad, por aquí no es, pero si está buscando una experiencia espirituosa vaya a bailar al ritmo de esta banda.

El show fue generoso en su duración, aunque pasó volando, no habrá sido menos de una hora cuarenta, casi dos. Es muy sencillo dejarse impresionar por la labor de los vientos y el histrionismo del cantante, pero no hay que dejar de mencionar la solidez y contundencia de la base (batería y bajo), y la ejecución demencial de la guitarra a cargo de Sebastián Teglia.

Swing a troche y moche, no se guardaron nada. Siempre es una alegría ser parte de un hecho cultural de semejante calidez, da gusto asistir a un lugar en el que no hizo falta gente de seguridad, recalco que en todo momento se respiró un ambiente festivo y despreocupado de tapujos y apariencias, y qué otra cosa es bailar sino eso mismo. La gente disfrutó, bailó, hubo pogo, no faltaron los enamorados a los besos, como tampoco los tímidos que no se animaron a sacar a bailar a alguien.

Anticipando ya el final del show Casanova entre risas dijo “si no funcionó el chamuyo hasta ahora dormís solo”, a pesar de eso, este cronista puede atestiguar que después de tanto baile y deleite músical, usted se puede ir a dormir solo y contento.

 

Texto: Luca Aprile
Fotos: Juan Lavarello

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