Un viaje por el Valle Láser con Chokenbici

Chokenbici presentó su disco debut Valle Láser el viernes por la noche en el Galpón 11.

Para poder habitar el Valle Láser quiero viajar en el tiempo, algunos años atrás, al 2018. Específicamente a un jueves, al primero de muchos jueves de jam en el Club 1518. Nacía esta fija de la noche rosarina que proponía una jam que era abierta por una banda única, formada exclusivamente para la ocasión por artistas de la ciudad. Esa noche, la primera jam del 1518, debutaba Chokenbici, un supergrupo del groove local que unía a cuatro artistas que tocaban en distintas bandas: Ani Bookx (Alto Guiso y Ex Empleades de la NASA), Mauro Giolitti (Latelonius y Groovin Bohemia), Colo Mariño (Lima Sur y Moterfuker) y Lautaro Canals (Kunyaza y La Funkería).

Cinco años han pasado, y el mapa cultural de la ciudad cambió mucho, pero el Chokenbici se asentó, con la soltura del disfrute como una estructura que encuentra la solidez en su propia blandura. Una banda recreo, como la llamaban ellos en aquel entonces, que componía desde el puro placer de encontrarse a tocar, con los años pasó de la zapada al estudio, sobreviviendo a una pandemia, resistiendo la desolación con shows en espacios públicos y habiendo pasado por escenarios grandes pero también por fiestas en casas. Todo eso tiempo de trabajo y de goce, se plasmó en el Valle Láser, su álbum debut, con ocho temas que pasaron de sonar en los pulmones del Parque Scalabrini Ortiz a las selvas de internet.

Y el Valle Láser se materializó el pasado viernes 25 de agosto en el Galpón 11. Atravesé las cortinas y recién comenzaba la presentación de Bifes con Ensalada, encargado de abrir la velada. Agustín Reyna parado de frente a los presentes, con su guitarra eléctrica y el latir de sus cuerdas vocales. La pureza de la canción en su estado primario, calidez para preparar el cuerpo.

Luego de un respiro, el Chokenbici se subió al escenario, y el valle desplegó toda su luz. El bajo del Colo hizo sonar la primera nota del show, y con Up n’ Fast dieron comienzo al choque intencional. Escenario a la altura de la ocasión: Ropajes ciclistas cinco estrellas para vestir al Choke. Una puesta lumínica excelsia, de lásers elevados por Fla Cisera e iluminación de escenario por Paloma Gallardo Lescano. Cerrando el sentido visual del concepto, pantallas con animaciones a cargo de Sulkian, quien también montó edificios vivos a un costado. El alma máter del Valle Láser no sólo es sonora, también es visual e inmersiva, y esa noche nos permitió sumergirnos.

Las canciones del álbum fueron pasando, acompañados más de una vez por Coti Sheridan y Martín Valci(nombrado por ellos como el quinto choke, figura clave en el proceso de grabación), quienes terminaban de generar la atmósfera con sus teclas. Instantes de emoción dulce y posterior explosión con Termina Disco, y mucho baile entre los presentes con Don’t Call My Name y Hit 90’s.

Presentaron un tema nuevo, porque el proceso creativo tampoco se detiene en momentos de presentación. También un momento para que suena 5 Min, y hasta una genial versión de Zoom Zoom, de Polo & Pan.

Llegó el momento de apreciación a la guitarra, de parte de una banda que no tiene dicho instrumento, tal y como dijo Ani. Subió al escenario Sofía Pasquinelli, la guitarra del funk rosarino, e interpretaron O Descubridor Dos Sete Mares, del mítico Tim Maia. Como si esto fuera poco, también subió Guille Petraco, y en un duelo de violas interpretaron Semitónico y Rayo Láser.

Otro punto altísimo de la noche fue cuando subió Alejo Blanco con su trompeta y Nico Chiocca de la Groovin Bohemia tomó el otro mic para interpretar a dúo con Ani un temazo del álbum, Say Hit. En el momento de viaje del tema el público hizo un buen espacio para que el equipo Rompe aparezca en escena, haciéndose lugar con una bici que solo soltaron cuando estallaron en coreo energética. Híper condensada la energía entre el arriba y el abajo del escenario, con la mixtura tan necesaria entre la música y las artes escénicas, siendo la danza el hilo conductor de la unión. Lluvia de aplausos para el subidón que propinaron Aldana Mistretta, Pucanela, Flory Álvarez, Julieta Traferri y Máxima, representando a Rompe y a una escena que también está en ascendencia.

El cierre vino con el único tema que podía ser, Dame Un Like, el iniciador de toda esta locura, el primero que tuvimos para escuchar en YouTube, en esa primitiva versión grabada en la sala de  Casa Huayra con los subtítulos geniales de Ani. Esa es la mejor prueba del crecimiento y la profesionalización del Chokenbici, en esa transformación que derivó en la versión de estudio del tema, y en ese instante de goce colectivo en que el show cierra con el último fuego artificial. Chokamos, dimos el salto.

El Choke se despidió, y entre los saludos nos dimos el lujazo de verlo a Mauro el Puma Giolitti con la cabeza del Cabezón, que estuvo presente toda la noche gracias a Jenny que lo personificó en la pista de baile.

El centro energético de atención giró hacia un costado, cuando todo se puso rojo y apareció Laurita Gosh, conteniendo toda la potencia para difuminarla entre los cuerpos con un set que mantuve el baile hasta que las luces se encendieron.

El camino en bici de estos últimos cinco años tuvo su punto de inflexión el viernes 25 de agosto, cuando finalmente el disco fue presentado. Me resulta emocionante haber podido ser testigo de todo ese proceso, y ver cómo algo que nació del puro placer del encuentro y que carecía de estrictas estructuras, pasó a ser un proyecto principal en la carrera de cada uno de sus integrantes. Es una prueba concreta de cómo funcionan las cosas cuando nacen del disfrute y no del deber, de que el deseo es un motor mucho más efectivo que la presión. ¿Y qué decirles del resultado? Una obra conceptual de altísimo vuelo, enmarcada en una escena que define mucho de lo que pasa musicalmente hoy en Rosario. Chokenbici supo plasmar todo eso en un álbum (en la era de los singles), y el concepto del Valle Láser fue mucho más abarcativo que ocho canciones.

El Chokenbici inventó un Valle Láser para llevarnos de viaje e invitarnos a bailar. La animación que vemos cada vez que reproducimos el disco se hizo realidad.

 

Texto: Gonzulu
Fotos: Luciano Scotta

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