Rubén López: “Las primeras 48 horas en las que no se investigó, son las que se perdieron y nunca más se recuperaron”

Rubén es el hijo de Jorge Julio López, quien desapareció el 18 de septiembre de 2006, en democracia, cuando iba a declarar en causas de delitos de lesa humanidad. Planeta Cabezón pudo entrevistarlo en el programa “La hora del ornitorrinco”: cuál es el estado de la causa de su padre, los beneficios al represor Miguel Etchetolatz y demás genocidas, similitudes y diferencias con el caso de Santiago Maldonado y la crítica al accionar del gobierno actual.

La sociedad argentina se ve inserta en un contexto de incertidumbre frente a ciertas prácticas antidemocráticas y de discurso negacionista y reconciliador con las Fuerzas Armadas, que reflejan una política contraria a los Derechos Humanos llevada adelante por el Gobierno Nacional. Al considerar que se ha envalentonado a las Fuerzas represivas a que actúen ilegalmente en protestas, deteniendo y reprimiendo personas con vía libre; que se ha querido avasallar la memoria de 30.000 detenidos-desaparecidos y detenidas-desaparecidas durante la última dictadura militar (por ejemplo, con el 2x1 a genocidas), que hemos tenido, durante más de un año, una presa política como lo es Milagro Sala, que el gobierno, en pos de defender los intereses de sus amigos empresarios, de norte a sur pone a las comunidades originarias en peligro, encarceladas injustamente por defender sus tierras; y finalmente, que Santiago Maldonado aún no aparece y es Gendarmería el foco al que la Justicia apunta como responsable de su desaparición - tomando así el tinte de “forzada”-, debemos, como mínimo, replantearnos los casos, traerlos a la memoria nuevamente y darle lugar a las voces que reclaman, desde hace años, justicia y esclarecimiento.

 

A partir del primero de agosto, al nombrar a Santiago Maldonado podía escucharse el eco de otro nombre, de otro enigma: Julio López. Es que ésta fue la primera ofensiva del gobierno en su clara intención de encubrir el accionar ilegal de una Fuerza de Seguridad - Gendarmería Nacional-, como fue la irrupción sin orden judicial al territorio de la Lof en Resistencia Cushamen, comunidad mapuche de Chubut: arremeter con el nombre de Julio López frente a quien preguntara lo que venimos preguntando quienes nos preocupamos por los demás y las demás. Esto es, ¿dónde se llevaron a Santiago Maldonado? Frente a esto, Rubén Eduardo López, hijo de Jorge Julio, quien sostiene la lucha por su padre junto a organismos de DD.HH., sumó su palabra y su perspectiva a un caso que ha tomado repercusión internacional.

 

“Hay muchos funcionarios del gobierno nacional actual a los que nunca escuché anteriormente, cuando eran políticos de la oposición, hablar de mi viejo. Nunca los escuché en un medio, nunca llamaron por teléfono, nunca se acercaron a alguna marcha”, relata Rubén, con un tono de voz que no se puede describir, porque es de alguien que renueva cada día la búsqueda de un padre desaparecido. Aquel que las Madres, los Hijos y las Hijas, las Abuelas, entenderán. Las funcionarias y los funcionarios actuales “no tienen la autoridad moral porque nunca estuvieron, nunca hicieron nada por Julio López. Ni por él, ni por Miguel Bru, Iván Torres, Luciano Arruga, Marita Verón, María Cash, y tantos otros que faltan hoy en día, en distintas circunstancias, pero que de algún modo también son desaparecidos”, observa el entrevistado y reflexiona: “Una cuestión muy copiada de lo que pasó en los años de la dictadura”.

 

Si entramos en terreno de comparaciones, comparemos: en términos judiciales, la carátula de la causa de Julio López es “presunta desaparición forzada”, y esto porque, si bien se sospecha, “no se pudo comprobar que algún integrante del Estado, es decir fuerzas policiales, funcionarios provinciales o nacionales, hubieran participado en la desaparición”, continúa. “Nunca hubo pruebas para vincular directamente lo que todos pensamos y creemos: que Miguel Osvaldo Etchecolatz fue partícipe, o mandó a desaparecer a mi viejo: vale aclarar que, si bien Etchecolatz estaba retirado de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, seguía siendo parte, entonces ahí sí, si se comprobara lo que estoy diciendo, que es una suposición más allá de las sospechas, ahí sí se podría cambiar la carátula y hoy estaríamos hablando de dos desapariciones forzadas”, aclara Rubén.

 

En lo que respecta a Santiago Maldonado, “está siendo investigada Gendarmería, ya que en el último momento que se vio a Santiago, dicho por los testigos, esta fuerza estaba reprimiendo a los mapuches” en una manifestación en la que él se encontraba acompañando, por lo tanto la carátula es “desaparición forzada de persona”: se sospecha directamente de un organismo del Estado. Es el Estado el que, por excelencia, viola los derechos y garantías de las personas. Es claro: el Estado no puede, bajo ningún aspecto ni detención, desaparecer personas. Si lo hace, está haciendo terrorismo y totalitarismo. Y, con eso, está destruyendo la democracia. Sintéticamente hablando, “lo de mi viejo fue por la declaración en juicios de lesa humanidad y lo de Santiago, en un acto represivo de Gendarmería”, explica quien es el hijo del que fue “un tipo laburador”, como describe Rubén a Julio.

 

En ambos, hay una clave: “En el caso de Santiago y en el de mi viejo, las primeras 48 horas en las que no se investigó, son las que se perdieron y nunca más se recuperaron. En lo personal, hace 11 años que estamos esperando algo que no se hizo en las primeras 48 horas”. Debido a la inmediata negativa de investigar a Gendarmería e incluso haber montado una campaña en contra de Santiago y su familia, sumado a una serie de provocaciones, hay al menos un punto que puede inferirse de toda esta cuestión: “Es evidente que a este gobierno no le interesa saber qué pasó con Santiago”, remata Rubén.

“Quizás, algún día, alguien nos escuche”
 

“Me dio mucha bronca el beneficio de prisión domiciliaria para Etchecolatz, y más en el contexto en el que hoy en día estamos”, cuenta Rubén, en relación a las novedades alrededor de las causas a represores por juicios de lesa humanidad. “Es una lectura que tienen los jueces de las leyes, depende de cómo la interpreten, pero de alguna manera, con esos fallos, los jueces hablan. Y que le hayan dado, en cuatro condenas por genocida, la prisión domiciliaria, la verdad que asusta un poco”. Este fallo aún tiene que pasar por la Corte Suprema, y todavía queda un quinto y un sexto proceso de elevación a juicio, “así que por lo pronto no va a salir, por lo pronto va a seguir estando en la cárcel, pero siempre tenemos que estar alertas con lo que viene sucediendo estos días”.

 

Como dice Rubén, en estos días hemos asistido a muchos sucesos al menos insólitos. Por un lado, mientras la ciudadanía expresaba multitudinariamente, y en todo el país, su repudio a estos casos de violencia institucional y desapariciones forzadas, la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, se jactaba en las redes sociales de haber apresado a una mujer psiquiátrica que amenazó por Facebook a la hija del Presidente Macri. A su vez, anunciaba medidas intimidatorias para quienes osaran escribir en sus redes que a Santiago Maldonado se lo llevó Gendarmería: una auténtica caza de “twitteros” y “twitteras”. En plena democracia, a la que venían a “unir” y “dialogar”.

 

Además, la ministra afirmó que “se vive un clima generalizado de violencia”, ignorando que esa violencia es generada, alimentada y reproducida directamente desde las fuerzas de seguridad a las que se les ha dado más poder y privilegios y que son, se supone, las que deberían velar por todos los ciudadanos y todas las ciudadanas. También, en una conjunción de violencia estatal y lisa y llana ineptitud, dijo abiertamente en el Congreso, frente a las cámaras, el nombre completo de uno de los testigos protegidos de la causa por Santiago. Así, Bullrich pasó a descalificar a la familia de Santiago Maldonado, acusándola de no querer colaborar en la investigación, lo que llevó a que ésta última pidiera la participación de la ONU y de Amnistía Internacional.

 

En tanto, ya pasó más de un mes y a Santiago no lo encontraron. O no lo quisieron encontrar. Por esto, y porque se conoce que la Justicia muchas veces actúa en connivencia con el gobierno, el consejo de Rubén a la familia es que “confíen en la Justicia, pero a su vez la controlen” para no ser víctimas justamente de una campaña de desprestigio que lleva a la tergiversación del proceso judicial, como pudimos ver: los fiscales y las fiscales pidiéndole pruebas tanto a la familia como a la comunidad mapuche, cuando son ellos y ellas mismas quienes deberían aportar la evidencia.

 

Salir a la calle, marchar, reclamar públicamente y “ser enérgicos” y enérgicas en el pedido de justicia por Julio López, por los desaparecidos y las desaparecidas de la dictadura, por las mujeres víctimas de trata, por los jóvenes asesinados a manos de la policía, por todos y por todas. Mientras tanto, Rubén afirma: “Sigo confiando en su ejemplo”. Y seguirá buscándolo, como quienes sabemos de qué lado nos encontramos. Finalmente, Rubén quiso terminar como viene cerrando todas sus entrevistas, haciendo un pedido: “Aparición con vida de Santiago Maldonado, para que no haya más impunidad”.

 

Marina Alonso.

 

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