Un sahumerio y una historia

Cuando las historias necesitan de un oído que las escuche y las redacte. Por Juani Plano (Parlatanes)*:

Es sencillo adjudicar todo a la vida. Es decir, pocos creemos en las casualidades arregladas por el destino. Yo sabía que me lo iba a cruzar, en algún momento, en algún lugar. Cuando terminé de escuchar su historia no fue una más. Fue una que me erizó la piel, que me hizo ver reflejadas lágrimas atrapadas por la situación, dentro de un relato al pasar, con ganas de inundar su lagrimal de un sentimental llanto a punto de correr por su mejilla, jugando a cual lágrima toca primero el piso.

En un lunes, pálido, sin agitaciones ni alegrías extrañas, cruzarme con nuevas historias hace que salga la luz dentro de mi cabeza.

Ahí nos encontrábamos, con dos amigos integrados como uno solo, en la plaza del “Che”.  Matando los grados fríos y reemplazándolos por los calientes, con una ronda de mates.  No pasaba nada extraño ni desigual, salvo alguna anécdota casi olvidada, tambaleando en el pre-consiente, a punto de caer en el olvido pero que, con una desempolvada, salían en ese momento para ser compartidas y recordadas.  En un momento del silencio (creo yo adjudicado por el destino), se acerca un tipo a ofrecer sus trabajos en macramé e interrumpir la ronda. Aunque en vez de dejarnos una pulsera, nos dejó una historia.

Flaco, de pelo largo, con sus dientes y arrugas que describían casi, sin escucharlo, su camino recorrido. Su trato y su manera de acercarse.

Creo que conocí un verdadero comunista silencioso. Sin más banderas que su pensamiento y su manera de ser, con él y con la sociedad.

-“Suelo vivir en centros clandestinos u ocupas, en diferentes partes del país. Aunque en realidad soy de Córdoba. Camino los caminos, con mi mujer y mi niño León”.

Con esas simples palabras, yo ya estaba completamente inmerso, en su mundo.

- ¿Por qué le pusiste León?

- “Es una historia muy particular. Estaba con mi mujer ya embarazada, en el bar “La Perla de Once” - (en el baño de dicho lugar Tanguito y Lito Nebbia, escribirían “La Balsa”, allá por los ‘60)-, escuchando un recital de León Gieco, cuando en uno de sus temas subo mi novia a mis hombros. Ella dice, que cuando se encontraba ahí arriba, sintió por primera vez patear, sentir y moverse, a nuestro hijo. Digamos que fue un momento muy especial. Eligió su propio nombre, León.  Y la verdad que con tan solo un año y medio, lo lleva bien puesto.” 

El destino nos cruzó, en ese momento y en ese lugar. A una persona que tiene historias verdaderas dentro de su vida, y a otra que le gusta contarla a su manera para que no mueran solo con él.

Fueron unos pocos minutos, donde conocí a un desconocido.

Tan humilde, que me regaló un sahumerio y una historia.

*Parlatanes sale los jueves a las 22 por www.planetacabezon.com

 

 

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