Pasadas las 22hs, comenzó el recital con un power increíble. Los temas que se creían que iban a sonar sobre el final del repertorio, sonaron ni bien se abrió el telón. Y todo el mundo a poguear.
Un pogo diverso, plural, donde se encontraban adolescentes, jóvenes maduros y padres con sus niños, mostrándoles quizás por primera vez, lo que es saltar en un recital. “Qué lindo ver cómo crece nuestro público, recuerdo la primera vez que vinimos a rosario donde éramos 20 personas, contándonos a nosotros”, decía Roberto Musso (cantante), que en esta noche se encontraría con un Club Brown al sesenta por ciento de su capacidad.

Una propuesta musical y visual muy interesante. El cuarteto se caracteriza por sus letras incisivas sobre el ser humano. Es como escuchar en cada canción, una historia distinta sobre nosotros mismos. Pero lo más llamativo aun, es escuchar un rap tras otro y en español.
Los músicos no se privaron de nada sobre el tablón. Tocaron, cantaron, actuaron.

Pero no solo la música formo parte de show, hubo proyecciones diferentes para cada tema entonado, algunas psicodélicas, otras geométricas, etc. -(Admito que hacía mucho tiempo que no observaba un laburo audiovisual como ese) -
El repertorio no hizo demasiado hincapié en su último disco (motivo de la gira), sino más bien, fue como un caótico devenir de hits que el grupo fue acumulando a través de estos 30 años de historia, con 14 discos cosechados.

Un gran aplauso para este Cuarteto que en realidad es Quinteto, sobre el final de la presentación.
Recordándoles que Rosario es su casa y pueden volver cuando gusten.

¡Hasta la próxima Yoruguas!