No preguntes, vívelo

“Hacele caso a tu espíritu” desembarcó fuera de Capital y calló en el Sindicato de Canillitas de la ciudad de Rosario. Entre los desamparados, varias almas se pusieron a bailar.

Crónica. Tomás Faranna
Fotografía. Juan Manuel Caballero

“Sí, Los Espíritus es una banda de Buenos Aires”. “Ni me digas, no tengo un peso, me quedo manija de ver los espíritus”. Sin hacer una sola pregunta, la calle me daba respuestas; invitaba a lo que esa noche del 17 de Marzo del 2017 se haría presente en Rosario. No era un show más de esa banda, era la fiesta de esa banda, sí, “la” fiesta. Los Espíritus querían que le hiciéramos caso, más de 400 personas les dimos el gusto.

La espuma amarilla iba bajando a la par de la calle 9 de Julio mientras nos arrimábamos al sindicato de canillitas que por fin hoy traía buenas noticias. La luna marcaba el punto de fuga de una de las últimas noches de verano y las ansias amontonaban círculos de almas sedientas que barajaban el destino de la noche. Y mientras, se cebaban otras yerbas, otros cantos. Que la mala prensa del indio, qué casualidad otro Bulacio (a Bulacio lo mató la policía); que Macri y sus cosas felinas, que está más difícil llevar adelante un bar cultural que esperar las inversiones; que la AFA y el fútbol de escritorio pero la pelota, ah. La pelota la tira uno que pasó corriendo gritando que dale los espíritus, y si, ahí nomás se armó el picadito.

Adentro. Aguas Tónicas le dio rienda a una noche que pintaba larga. No sé bien la causa pero el público prefirió guardar el hambre para el plato principal, gran error creo yo, esa noche era la oportunidad del festín completo. Aguas Tónicas es una banda que tracciona sensacionalmente con Los Espirítus; blues, rock, stoner, psicodelia, todas partes fundamentales de este grupo que de hecho tiene más antigüedad que la banda principal.

Con paisajes de veredas, callejones, lechuzas en la noche y del obtuso día, la banda que lidera Maxi Prietto se sumerge en el viaje galáctico de vigilias chamánicas eternas en busca de una estación desierta en la que acobijarse del frío de los días. Las penas, la miseria, el alma, los perros y los gatos, la cotidianeidad. Todo se desarrolla en un trip que como objetivo no tiene fin y como causa no tiene principio. El espectador sereno que relata historias, y qué historias. Pero ojo, no sólo relata, salpica su cosmovisión en temas en donde la mística guía la armonía y la voz, si miráramos en los ojos de esos mares.

Entre paseos sobre sus dos placas discográficas (la homónima y Gratitud), la banda también presento su corte de difusión del tercer (y esperado) álbum. Y sobre esa espera me quiero detener. ¿Acaso soy yo sólo el que espera mucho de los espíritu? ¿Es bueno esperar mucho de alguien o “algo”? No sé, no creo que sea bueno. No estoy seguro. Ojo, sí, a Bulacio lo mató la policía. ¿Señora, tiene fuego?

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