La ciudad y su diseño hostil

Buenos Aires se sumó a la iniciativa de diseño hostil de otra ciudades que busca quitarle lugares para dormir a lxs sin techo.

¿Alguna vez estabas esperando el bondi, te quisiste sentar y te diste cuenta que no era nada cómodo? ¿Alguna vez quisiste compartir un rato con alguien pero los asientos no eran para compartirse? Eso no es un error. No es casual.

Hace un mes el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires anunció que registra 1091 personas en situación de calle. Pero según la ONG Proyecto 7 el número es mucho mayor y alcanza las 6300 personas.

Mientras aumenta el número de personas que duermen en las calles, Horacio Rodríguez Larreta estrenó un nuevo mobiliario anti pobres en Constitución: bancos diseñados para evitar que las personas que duermen en la intemperie puedan recostarse y descansar. Estos bancos tienen dos divisiones que hacen que puedan sentarse por separado tres personas, pero que ninguna pueda recostarse.

La idea no es nueva ni original. Recuerdo el ventanal de una casa abandonada en el Pasaje Rosales ideal para sentarse, donde nos juntábamos a la salida de la escuela hasta que los vecinos instalaron una estructura de hierro para que no nos sentemos. Otro ejemplo es el de una plaza mendocina en la que los aspersores llegaban justo a mojar la orilla donde los pibes se sentaban a pasar el rato.

Esto existe, está planeado y tiene nombre. Es el diseño hostil, o arquitectura hostil, una tendencia del diseño urbano que busca alterar los espacios públicos para que no tengan un supuesto uso indebido. Suele ser utilizada como un medio para evitar el descansar de las personas sin techo, aunque también suele buscar evitar la suciedad, el skateboarding y la utilización de estos espacios como puntos de reunión.

Ciudades de Europa y Asia han instalado su diseño hostil contra sus propios habitantes. En China, bajo algunos viaductos y puentes de la ciudad de Guangzhou, aparecieron en 2012 unas puntiagudas pirámides de hormigón, impidiendo a los vagabundos descansar ahí. Ninguna institución se hizo cargo de la autoría de la instalación, hasta que el ayuntamiento decidió removerla. El hecho se repitió en Baiyun y Tianhe.

Otro caso conocido se dió en Londres, en la entrada techada de un edificio residencial, donde descansaba un hombre mayor, colocaron unas pequeñas púas metálicas para imposibilitar el descanso.

Muchas otras ciudades del mundo se ecargaron de repeler a sus habitantes con estos anti-lugares. Uno de los mejores ejempos es el de Candem Beach, donde diseñaron un banco para evitar cosas: que el agua no se acumule, que la suciedad no se pegue, que nadie pueda acostarse, que los skaters no puedan delizarse. Es el perfecto anti-objeto. Un banco diseñado a partir de sus impedimentos, pensado para repeler toda actividad. Con toda la sutileza, limpieza y suavidad, pero con objetivos muy oscuros.

Es duro cuando es un edificio residencial, un negocio o cualquier espacio privado el que acciona de esta forma. Pero mucho más duro es cuando es el Estado quien diseña para la hostilidad y la incomodidad encontra de las personas que debería cuidar y representar.

Hace poco mas de un mes apareció un video en el que Rodríguez Larreta dice que para que no haya mas cartoneros, tiene que desaparecer el cartón. ¿Será esto a lo que se refieren cuando hablan de pobreza cero? ¿Quieren que desaparezcan totalmente los pobres? No te dejan oportunidades laborales, te echan, te suben los impuestos. Te obligan a laburar en la calle, pero te incautan las tartas que vendés y te echan del semáforo. ¿Cómo se mantiene un hogar sin poder trabajar? Hay miles de nuevos habitantes en las calles porteñas, pero las plazas están enrejadas y cierran sus puertas de noche, y en los bancos ni siquiera te podés acostar. Ni siquiera podés dormir en la calle.

Nos dicen que actuemos como Europa, pero lo único que toman de allá, son las formas de apalear la pobreza.

 

Texto: Gonzalo Luján

Foto: Vía ecosistemaurbano.org

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