Como pariendo un “nuevo pop” desde las profundidades del under “Bandalos Chinos” -o popularmente llamados los “BACH”- nos presentan este viernes 5 de octubre su disco homónimo en la mítica Sala de las Artes, al tiempo que la expectativa y la manija se hacen carne en aquellos corazones de quienes como yo, ya tenemos un lugar reservado en él para tan hermosa banda.

Oriundos de Beccar (Buenos Aires) y unidos en el 2009 por una cómplice amistad de colegio y el irrefrenable deseo de hacer música, hoy estos pibes parecen haberse encontrado en un viaje introspectivo abandonando aquel tono etéreo que caracterizaba sus anteriores EPs para zambullirse de lleno en un sólido sonido lírico, un tanto retro, pero sobre todo sincero. Este exquisito disco realizado de la mano de Adan Jodorwsky (Leo Larregui) y lanzado a las principales plataformas virtuales -hace un poquito más de un mes-, da cuenta de ello y eso nos fascina.

Yo que una tarde andaba andrajosa y toda rota buscando algún refugio, llegué a este disco de la mano de otrx gran amante de la música, hoy devenido zarpadx amigx. Dispuesta -y re puesta- acepté esa invitación que abre “BACH” y me fuí de viaje con ellos. Un viaje que, sin saberlo en ese momento, sería sólo de ida. Inmediatamente pensé para mi adentros, “tal vez esto haya sentido alguien allá por los ochenta al escuchar por primera vez a Virus”. La fuerza arrolladora de esos sintes junto a la potencia de tan maravillosa poesía, fueron la referencia obligada a aquella etapa dorada del New Wave argento, hacia esa época en donde en medio de una trunca transición democrática cargada de espectros vestidos de botas y gorras, emergían épicas canciones de letras encriptadas y sonidos nuevos, y junto a ellas, también lo hacían personajes emblemáticos como Miguel Abuelo, Federico Moura y el gran Gustavo Cerati.

“Vámonos de viaje”, “El Temblor” y “Tu órbita” tejen ese nostálgico puente de homenaje hacia los ochenta (que se encuentra públicamente declarado en covers como “Luna de miel”), pero así y todo imprimen la novedad de arriesgados funks, una forma nueva de hacer synt y todo el ímpetu de un emergente nuevo rock que al parecer, tiene mucho para dar. Desde la base de fuertes géneros como el pop y el rock, BACH se despliega en once canciones que se destacan por letras que hablan de amor y amistad, pero siempre alejándolos de ese halo de romanticismo que hoy a muchxs nos hace bastante ruido.

Cuán peces en el agua estos pibes nos arrastran de lo lúdico y bailable (ejemplo de esto es “Tema de Susana”), hacia un onírico viaje de baladas no menos atractivas. Con una admirable habilidad, en vez de ponernos a llorar (por su letra) todxs bailamos con los vientos de “Super V”, al igual que no podemos parar de movernos con el riff “funkero” de ese bajo que caracteriza a “Hermanos” (una de mis baladas favoritas).

Humildemente creo que la música a la que se anima Bandalos Chinos -al igual que otxs tantxs zarpadxs artistas- reivindica al pop como género, un género tan vapuleado y asfixiado por la codicia de un par de empresarios a los que les conviene convencer de que el pop es solo “para divertirse y nada más”. Y es por todo esto -y por el zarpado amor que siento por la música- que mañana pienso estar re loca y adelante de todo pogueando como ninguna y espero vos, también estés ahí.

Escribe: Sol Buiatti