Darwin feat Besson

¿Qué pasaría si a Luc Besson se le pidiera que explicara la teoría de la evolución a través del cine? Lo que pasaría se llamaría “Lucy”, un ensayo científico y de fantasía hecho película, dentro de un argumento de ciencia ficción. Por Mario T. Louis

¿Hasta dónde puede superarse intelectualmente el ser humano? ¿Existen posibilidades siquiera de mejorar nuestro cerebro y multiplicar por millones de millones las conexiones de nuestras neuronas? Pareciera que desde estas premisas parte el director francés Luc Besson (“Nikita”, “El perfecto asesino”, “El quinto elemento”, “Familia peligrosa”), para poner en la pantalla un largometraje caracterizado por el mismo ADN de sus otras realizaciones de acción. Aunque en “Lucy” se nota que busca algo más, busca ir más allá: sacudir filosóficamente los conceptos del ser humano acerca de la teoría de la evolución en medio de una trama que mezcla ciencia ficción y reflexiones sobre la esencia misma de la inteligencia humana.

“Lucy” es una chica promedio que ha viajado al extranjero, al mundo oriental, en busca de nuevas experiencias, pero parece que no se ha cruzado con lo mejor de la especie humana. Una experiencia traumática provocada por mafiosos la lleva a experimentar un rápido cambio gradual y explosivo en su cerebro y en su cuerpo. Para Besson, la urbe no tiene nada que envidiarle a una selva, y “Lucy” en un momento puede ser un herbívoro víctima de bestias carniceras (como cualquiera de nosotros podría serlo dentro de las ciudades-jungla en las que vivimos) y, en otro momento, puede convertirse en un ser frío y calculador con la actitud de una cazadora implacable.

Por esta razón cabe destacar la actuación de Scarlett Johansson, quien refleja de manera efectiva, tanto en su rostro así como también en su actitud corporal, toda la transformación física, neuronal, emocional y existencial que vive su personaje. Otro que destaca por su muy buena perfomance es el eterno Morgan Freeman, en la piel de un científico y profesor universitario que por décadas ha trabajado en la hipótesis de la potencialidad cerebral humana. Un acierto más del realizador galo en materia actoral es que varios personajes secundarios o extras (orientales, franceses, italianos, británicos, etc.) que aparecen, algunos con más diálogo, otros con menos, le dan credibilidad a la historia a través de sus actuaciones, aunque sean de pocos segundos.

Ahora es el tiempo de preguntarnos: ¿Qué pasaría si cualquier persona superara el 10% de su capacidad cerebral? ¿Qué sucedería si alcanzara el 100%? Besson nos presenta su propuesta (por momentos muy fantasiosa) como si nos llevara de viaje en un auto supermoderno y veloz, aprovechando algunas paradas contemplativas breves en el recorrido, para contarnos visualmente sus pensamientos sobre el devenir biológico de la humanidad. Por eso, ésta NO es una película para aquellos que buscan sólo acción pochoclera. Es una especie de ensayo audiovisual que manifiesta, tal como Lucy lo diría, que “el caos no proviene del conocimiento, sino de la ignorancia”. ¿Cómo te quedó el ojo, Darwin?

Mario T. Louis

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