La gema que se me cae, el glitter que se me chorrea, los pelos pegados a la cara, me suda el bigote, caen gotas saladas entre mis tetas, se me corre el delineado,no tengo señal así que encontrarme con mis amigas es un quilombo.
700 metros de recorrido para 50.000 pibas cebadisimas.
Fastidiada,me escuche decir ¿qué hago acá? en este mar de conchas cagada de calor, deshidratada, optando por no tomar birra, ni agua, ni mate, evitando mear en la calle para no correr riesgo de pillarme una pierna, porque los bares nos cierran las puertas, me duelen las piernas de estar parada y para colmo estoy menstruando.
¿Qué hago acá?
¿Para qué marcho?
¿Por qué marcho?
¿Qué es una marcha?
Ahí nomás, en el medio del jolgorio, me pego la índica.
Marchar es ponerse en movimiento, pensé, es prender algo, marchamos porque estamos encendidas, porque hay un inicio. Entonces LA marcha es una consecuencia, me dije, sin que mis amigas, que no estaban infumables como yo, me escuchen.
La marcha es efecto de que algo se inquietó, es decir, que ya no está en el mismo lugar, que “no es como era”, que está mudando, mutando, como nosotras en ese instante. Es por tanto una alegoría de algo más grande y profundo, sísmico. Para el mundo, pero sobre todo, para nosotras. Es resultado de lo que sucede entre 8m y 8m, de lo que pasa en nuestras casas, con nuestras amigas, con nuestras cuerpas, en nuestros trabajos, en la wasap con las wachas.
Entre marcha y marcha las minas estamos cada vez más movedizas, así que como nos pica el culo de tanto tiempo que llevamos acartonadas, inmóviles, a veces inertes; nos ponemos a hacer, a hablar, a leer. Y empezaron a pasar cosas… nos empezamos a enterar de otras, que aún hoy no nos resultan obvias aunque parezcan. Las pibas en marcha nos enteramos entre otras cosas de que podemos decir que no, que si voy a la casa de une chongue y no quiero garchar, no TENGO que garchar, que si queremos, podemos cuidarnos, no esperar que el otre lo haga por nosotras.
Hoy las pibas aprendemos a tener orgasmos, y a enseñar cómo. Hoy las pibas desaprendimos que hay que ser flacas par ser bellas, que si no nos depilamos igual somos femeninas.
Hoy sabemos que no necesitamos un onvre que nos cuide pero si un estado que nos proteja, hoy las minas queremos ganar lo mismo que el chabón que hace el mismo laburo, que la mina de al lado no es mi rival, es mi compañera y que si además, me enseña modos de acabar, es una maestra. Hoy las mujeres, podemos decir que no queremos ser madres, que la maternidad es deseada, que no es obligación parir solo por tener cuerpas gestantes. Hoy las minas aprendimos infinidad de cosas y aún quedan saberes por edificar y del cual apropiarnos.
Enumerando en silencio todos los hallazgos que el feminismo me posibilitó, a mí, una mujer entre miles, pero gracias al conjunto, presté atención a mí alrededor, nos miré, pensando en lo que les habrá dado a las que caminaban a mi lado. Era infinito.
Entonces me acordé, para que había ido, qué hacía ahí, derretida pero agitando, harta pero dispuesta, con bronca, pero triunfante. Estaba ahí, gritando por lo que falta, pero celebrando lo conquistado, avanzaba porque La marcha es un acontecimiento que marca una diferencia entre lo que fue, lo que es y lo que será, pero de algo, que ya comenzó fuera y dentro de la calle y que por sobre todo, no va a parar.
Así q busqué una de las pibas que venden birra para zafar el mango, compre 4 latas, para seguir compartiendo, porque emborracharme sola es una pena y tirar al patriarcado sin ellas no puedo, mire a mis amigas y les agradecí con un abrazo,
también estaba ahí para agradecerles a ellas, a todas, por este renacer.
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cronica en carne propia: Krla DL
foto: Julieta Grilotti