La danza se bailó todo y tejió redes en Rosario

El Festival Danza en Red tuvo su tercera edición del 20 a 22 de agosto y esta vez fue de manera presencial.

El Festival Danza en Red tuvo su tercera edición del 20 a 22 de agosto y esta vez fue de manera presencial. Organizado por la Asociación Argentina de Trabajadores de la Danza – Filial Rosario (AATDa Rosario) y la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, tras dos ediciones virtuales del 2020, el 2021 trajo al público a las butacas del Teatro para que se sienten y disfruten de toda la puesta más en vivo y en directo que nunca. Se mostró así la diversidad de expresiones y disciplinas de la danza rosarina. A continuación el detalle de cada noche. 

El primer día se vivió con muchísima emoción y adrenalina tanto arriba como abajo del escenario. El olor a alcohol se mezclaba con el de las butacas de cuero y madera, con el humo del escenario y seguramente con algo de spray fijador para el pelo de los bailarines e intérpretes. 

Para romper el hielo, se subieron al escenario las tres intérpretes de danza aérea con arneses de la obra “Trátese con cuidado [Frágil]”: Ayelén Torres, Luciana Mujica, Sofia Maggi Fernández. El equipo se completa con la dirección de María Noel Alarcón y Juan Ignacio Cejas; producción de María Noel Alarcón y el vestuario a cargo de Laura Perales. 
Las intérpretes transitaron el escenario desde la fragilidad y tensión de sus cuerpos, con las cuerdas y equipos que las sostenían y hamacaban de un lado a otro. Por momentos jugaban a la popa pasándose el rastro de movimiento y siguiendo un canon para girar y desplazarse, en otros generaban contrapesos y poleas entre ellas para demostrar la fortaleza, tracción y resistencia del trabajo en conjunto. 

A esto le siguió la hora del Tango de la mano de Compañía Independiente Tango del Irupé con les bailarines Candela Nuño, Greta Salut, Alejo Natan Gurrea y Mauro Iván Rodriguez. En dos parejas lucieron su virtuosismo para bailar tanto de manera más coreografiada y al unísono tango escénico pero que no deja de lado el lenguaje más tradicional del tango. Esto no impide que las bailarinas dancen con el pelo suelto o que los sacos de los bailarines sean abandonados un momento para explorar distintas uniones y escenas. 

Para finalizar se hizo presente Soy Malambo con toda la garra y banda en vivo que llevó al público a no escatimar aplausos ante cada destreza y zapateada. El grupo se forma con Franco Leonel Bracco (danza), Daniel Lucas Martín Parada (danza), Ricardo Cruz Lorenzatti (danza), Juan José Aguirre (danza), Rodrigo Andrés Rivero (danza), Fabián Eduardo Martella (danza), Lisandro Leonel Ruiz (música), Hugo Nahuel Ruiz (música), Diego Simón Sanvido (música), Maximiliano Francisco Bravo (danza, música y dirección). 
Los bombos, las boleadoras, los gritos y giros en punta de zapatos se apoderaron del escenario para terminar por todo lo alto la primera noche del festival. 

Aun restaba disfrutar de las danzas persas y el flamenco de la segunda noche. Las danzas persas estuvieron a cargo del Ballet Persa Shady con coreografías de Antonella Puntarello. Este estilo se caracteriza por la gracia de sus movimientos detallados y sutiles tanto de las manos y la cabeza como el resto del cuerpo, siguiendo traslados y ondulaciones para no romper ninguna línea. El vestuario aunque más brilloso, remite inevitablemente hacia la región iraní con las polleras y velos que continúan el rastro de cada giro. La velocidad y ritmo de la música alimentaba la alegría del movimiento y la danza contagiaba simpatía. 

Continuó el flamenco con música en vivo, cante, palmas y cajón peruano que enmarcaron a las bailarinas en un tablao escénico. La danza contó con Belén Vega, Carla Vega, Constanza Lanese, María Chelini, Sofia Rocca, María Cecilia Micetich; Natalia Alvarez también a cargo de la dirección y Cecilia Benzoni como asistente. Se fue desplegando así un amplio desarrollo que intercalaba música exclusivamente a cargo de Pablo Cándido, Santiago Alustiza y Maxi Gou; y danza, para reunirse ambas también. Esto auspició que la danza fluyera a través de distintas grupalidades y permitió cambios de vestuarios, de polleras más lisas a otras con más lunares y volados. La música siempre estuvo presente igualmente como es inevitable en el flamenco, ya que el sonido y el ritmo que produce el propio cuerpo con la ayuda de los zapatos y las palmas de las bailarinas se acompañaban y vociferaban su tirititran y toma que toma. 

La tercera y última noche estuvo ligada a la danza contemporánea de la ciudad. La primera puesta fue también con música en vivo de Facundo Santos Barceló y Ciro de Oña. Estuvo cargada de la tensión del movimiento de la bailarina y directora general, Mayra Bolinaga Otero, con las preguntas, enunciados y silencios que formulaba ¿retóricamente, al público, a ella misma? Cualquiera de estas opciones puede ser válida. La danza y la palabra tejían el mundo desplegado a través de cambios de vestuarios, máscaras y luces que escondían y dejaban ver el universo existencialista que se estaba descubriendo. 

Finalizó la versión local de La Consagración de la Primavera que hizo gala de un despliegue escenográfico y técnico de movimiento para encuadrar poéticamente la escena de la mujer que baila hasta morir. El vestuario dramático y lúgubre se veía iluminado con una puesta de luces que jugaba con los momentos de tensión de la obra.  Este clásico inaugura el trabajo de la Compañía Rosarina de Danza Contemporánea con dirección de León Ruiz que vio en los aplausos del público la satisfacción de su trabajo realizado.


Texto: María Victoria López

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