Artículo 19, el experimento.

El jueves pasado se estrenó Artículo 19 en el Teatro La Comedia, y allí estuvimos, en la primera de múltiples e intinerantes funciones.

Primer Jueves de Noviembre y nos dirigimos con Nilo (mi hijo) al teatro La Comedia, mítico teatro de la ciudad ubicado en pleno centro rosarino. Una vez allí,  nos sorprendió la cantidad de gente que estaba ingresando. Y sí, pensé: lo que había investigado era que estábamos por presenciar una obra que "hablaba del faso" y del ejército (vaya a saber qué similitudes o qué diferencias podrían tener).

Lo primero que pensé que pudo haber atraído tanto público es el creciente cariño que el cáñamo parece provocar en muches… Lo segundo, podríamos averiguar de qué se trata.  Cualquiera fuera la causa, era muchísima la  gente ingresando, algunxs terminando el puchito o dándole las ultimas secas antes de guardarlo para la salida.

Finalmente, al ingresar, pudimos notar (cuando digo pudimos hablo en nombre de toda la sala repleta de personas) que el ambiente estaba lleno de humo. Lo primero que se me viene a la cabeza es eso, "¿qué onda? ¿Se les olvidó la máquina de humo prendida?", a lo que rápidamente me respondí "¿Te acordás la trama que escuchamos en la semana, en uno de los programas de la radio?" Y así, dejando el cuelgue de lado, supuse que era para dar forma a todo lo que venía a continuación.

Una vez ya ubicadxs en nuestros respectivos lugares comienza la función. La puesta en escena se veía maravillosa. De un lado del escenario, máquinas que daban la impresión de ser un laboratorio donde se generan muchos estudios o pruebas, una cantidad de luces daban la idea de que los datos no paraban de procesarse, un “telecomunicador” o tablero que permitía comunicarse con el otro lado del cuadro donde se podía ver una celda vacía (por el momento)  y en el medio, sobre el telón de fondo, una pantalla donde aparecen imágenes relacionadas a la historia que ya empezó a narrarse…

La trama, como bien dice su nombre, se basa en experimentos realizados en soldados del ejército nacional alrededor de la década del 30. Obviamente, la sustancia que utilizan es el cannabis y se experimenta en las personas más alejadas de la cúpula “ultra jerárquica”  de dicha institución, así que desde ya, se nota quienes son, fueron y serán “les conejilles de indias”.

Con respecto al tema psicotrópico, creo que se banaliza tanto la reciente legislación como los posibles efectos terapéuticos del cannabis haciendo foco solo en los efectos visibles, a través del humor y desde estereotipos que la mayoría de nosotrxs conocemos: euforia, alegría, despreocupación, pensamientos profundos, creencia de una claridad superior, sueño, hambre, relax y, obviamente,  “mambos negros” entre muchas otras.  No obstante, se pueden visualizar,  justamente por ser “un experimento”, temáticas mucho más profundas en las que entra el cuestionamiento acerca del sentido y la existencia de ciertos organismos de supuesta “defensa” y protección del ciudadano donde se entiende que hay violación de parte de un superior para con el “soldado Cabral” al que además se está constantemente subestimando.  Solo aparecen “ellos” porque la plena participación y complicidad es de varones masculinos, blancos, “machos”, cristianos y heterosexuales y la no participación de seres con otra apariencia física o genitalidad que no sea la masculina.  Así,  traumas infantiles, humillaciones en los que aparece  la figura paterna y sus mandatos: el matrimonio heterosexual,  por ejemplo, funcionan como núcleos de un delirio.  Todo esto en el marco de un “mambo negro” causado por el exceso de la sustancia que aquí se manipula.

Entre el humo que distorsiona los contornos, el “mambo negro” se constituye en un psicoanalista duro y eficaz para recordar y cuestionar nuestros actos futuro/presente/pasado  en el momento justo para que aprendamos de eso…

La obra puede resumirse (en mi humilde opinión) en un acercamiento al tema cannabis desde un costado satírico y desde un punto de vista complejo, ya que se confunde el dolor y el humor, la burla y el sarcasmo, el ocultamiento y los traumas infantiles, la investigación científica y la valoración y/o evaluación externa  de un ser humano bajo los efectos de “psicoactivos de pureza muy elevada” (mmmmmmmm).

Algo que debería ser un experimento para beneficio de la humanidad concluye siendo una cuestión particular que desvaloriza al sujeto de experimentación a la vez que  corroe  el  prestigio tanto de la ciencia como del “Señor General” y la institución que el mismo representa.

Entendiendo que el ejército necesita investigar para mejorar el rendimiento de sus filas y ahora, casi del todo ilegalmente, ocultando, mintiendo, desapareciendo, asesinando y casi siempre saliendo impune, llevan a cabo una investigación científica y blablabla…

La producción en general fue genial, linda música, muy bien logrado el efecto de la pantalla gigante en interacción con otros espacios dentro del cuadro del escenario y un muy buen equipo técnico que no desentona en ningún momento con la acción. La gente se meó de la risa, aplaudimos de pie y nos fuimos a casa pensando todo eso que había pasado entre risas y llantos, aplausos y silencios, comida y más comida, dulce, salado, dulce… agua.


FICHA TÉCNICA
Dramaturgia: Adriano Espinosa Catalán, Mauro Sabella y Fran Alonso
Elenco: Adriano Espinosa Catalán, Mauro Sabella y Fran Alonso
Música Original: Fabián Gallardo
Escenografía: Guillermo Haddad & Lucas Comparetto
Diseño de Luces: Hugo Sanguinetti
Vestuario: Silvia Saint Girons
Producción: Romina Orell
Dirección: Esteban Trivisonno & Manuel Melgar
Producción General: Juan Pablo Saint Girons. Límite producciones. 


Texto: Nahuel Giménez

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