La militancia del Groove

Con el plantel más grande, Militantes del Climax regresó a la ciudad luego de tres años.

Sábado 19 de marzo, con cita para las 21 se congrega el pueblo hedonista en busca del placer prometido. Con la banda sonora de uno de los canales eternos de Argentina, irrumpe una rubia con barba a captar todas las miradas mientras da comienzo a la santa misa del Climax, ritual moderno para viejos dioses.

Desde Ciberyuta, el primer tema, la gente despega del suelo los pies, golpeándolo para alejarse lo más posible de él. La banda lanza volando las melodías que desde abajo se replican con gritos queriendo imitarlas. Tras el primer tema nos dicen que arrancamos mejor que en Córdoba. Arrancamos como nunca.

Van pasando los temas y la energía se va concentrando en grandes huecos que hace el público para arrollarse en las explosiones de cada canción. Se detiene la metralleta para ofrecer en sacrificio un Jesús de sospechados papeles. Sin rematarlo continúan con la catarata de canciones que no se detienen, una tras otra. Entre Maradona y Camaadentro surge Super, canción viejita que no van en encontrar en los dos discos que llevan en sus hombros.

Continúa la misa y continúan las performances con la visita de un extraño niño que dice ser exiliado ucaniano hablando portugués y rematando con Bom senso, cover de Tim Maia. Aparecen bombas nucleares y nos mantienen alertas de los sacrificios necesarios para alcanzar el climax. Entre pogos y coros la gente ya lo saborea al son de Diputado, Lapislázuli y Franki.

Así llegamos al momento cúlmine, donde arrojan a la gente la bomba atómica luego de un extraño discurso de un feto amorfo. Entre saltos, la gente queda coreando el único canto que se escuchó para alentar a la banda; canto que recuerda a sus madres y podrían actualizar al siglo en el que estamos.

Terminamos transpirados, con las piernas agotadas pero una sonrisa gigante. Sabemos que las 11.30 es temprano para que se terminen las aventuras. Quién sabe qué estará pasando a la vuelta de la esquina.


Texto: Cabezón N° 27
Fotos: Yamil Veces

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