Noé: Y Aronofsky los barrió a todos

Nuestro cinéfilo encara la última cruzada épica de Russel Crowe y el director de "Requiem por un sueño". Ficción y religión bajo el caos del inminente diluvio universal. Por Mario T. Louis

Egipcios, hebreos, chinos, druidas de Bretaña, polinesios, esquimales, africanos, hindúes, indios americanos. Todos tienen en común leyendas sobre un diluvio destructor y un nuevo comienzo de la vida del hombre en la Tierra. Y esta fue la historia que Aronofsky adaptó a partir del relato bíblico sobre el ‘Diluvio Universal’ en la película “Noé”.

Aparte de dirigir esta producción, Aronofsky fue uno de los escritores del guión. Con libertad argumental y una mente abierta a cualquier posibilidad, le dio a la historia de este personaje de la Biblia una mirada hecha “a su imagen y semejanza” como si el propio realizador fuese el ‘Creador’ de un mundo que mezcla tradición, religión, fantasía y, por ciertos momentos, un drama que ni al más excéntrico escritor griego se le hubiera ocurrido para una tragedia.

Este cineasta norteamericano, quien encabezó también la realización del renombrado largometraje “El cisne negro” (2010), recurre en esta ocasión al conflicto que nace en el mismo seno de la humanidad desde sus orígenes, entre los hombres pacíficos y los que buscan la guerra, entre los que quieren cuidar de la Tierra y aquellos que solo buscan explotarla, entre los que piensan que son siervos de Dios y aquellos que se creen a sí mismos dioses.

Quizás los más devotos religiosos no coincidan con la tan particular versión de los asuntos que refleja Aronofsky en “Noah”, pues se aparta del texto bíblico clásico en cuestiones como la personalidad de Noé, las edades y las familias de sus hijos, la actitud de ciertos personajes caídos del cielo y otros detalles. Sin embargo, debe entenderse que, en la construcción de una trama cinematográfica, cualquier director tomará ciertas cosas de una historia ya escrita y otras no, moldeando la película y los personajes según su visión del mundo.

Cabe destacar el logrado montaje que, a modo de sucesión fotográfica y collage frenético de imágenes, cuenta el origen del universo y la trágica violencia incrustada en los hombres que asesinan a sus semejantes. Allí está la brocha gorda de Aronofsky, pintando sobre los conceptos definidos de la condición humana y mostrando la dualidad de las personas que deben elegir entre hacer el bien o hacer el mal a la hora de relacionarse con sus pares y con el planeta que los rodea.

En cuanto al reparto, se repite la pareja de “Una mente brillante” (2001) entre Russell Crowe (Noé) y Jennifer Connelly (su esposa en la ficción). Los dos llevan adelante sus roles de un modo aceptable, aunque pareciera que en ciertos momentos muy dramáticos la actriz cayera en la exageración. Algo similar sucede con el personaje de Emma Watson, lo que hace pensar en si ese tipo de actuación es cuestión de las actrices o si los requerimientos del director influyeron en sus interpretaciones. El legendario galés Anthony Hopkins le da vida al anciano Matusalén y, desarrollando la mejor actuación de la película se encuentra quien hace el papel del sanguinario Tubal-Caín, el actor inglés Ray Winstone (el secuaz mafioso de Jack Nicholson en “Los Infiltrados” del 2006 y uno de los compinches de Indiana Jones en la última entrega de la saga, del 2008).

Si se busca observar una reinterpretación desquiciada de una historia bíblica desde el cristal de una mente surrealista, entonces “Noé” puede ser una buena opción, porque sin dejar de lado cuestiones que inquietan al ser humano, inunda las explicaciones de la historia de la humanidad como si fuera un diluvio que barre con todo lo anterior.

 

Mario T. Louis

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