Fin de semana largo, noche corta. Pasados las 10.30 pisan el escenario los chicos de Las Sombras mezclados a una niebla azul. Se destacan las guitarras blancas,un peinado beatle y lo oblongo del bajista. El frente de la banda se compone por dos guitarras y el bajo que se pasan la posta de cantar a lo largo de la lista. De esta manera presentan su disco Crudo y terminan agradeciendo por su onda al público, a Perras, al sonidista, a la ciudad, la gente de Planeta y la Uva Feroz que cubrieron el evento.

Antes de las 12 ya suenan los primeros acordes de Perras on the beach. En esta oportunidad llegan para presentar su nuevo disco Flow de Cuyo y tras 10 minutos el violero sufre la rebeldía de uno de sus pedales, que deben sofocar entre el sonidista y él. A pesar de esta detención parte del público continúa el agite que permite a la banda, 3’ de silencio después, volver al partido como si nada hubiese sucedido. Pocas veces he visto remontar una interrupción como a ellos, demostrando un timing para tocar su hitazo Tuca.

De ahora en adelante no se detendría la locomotora eléctrica que encendieron estos muchachos en la Sala de las Artes, haciendo saltar a la gente con temas como Mis amigos o Australia; u oscilar con SanGucci y Las ideas. Intercambian instrumentos y despliegan ideas al ritmo de un rap con tintes incendiarios. Se toman el tiempo para expresarse a favor del aborto legal y gratuito, como para también felicitar al bajista por terminar la secundaria. Su espectáculo es una montaña rusa de canciones, luces y niebla; asomándose a la cornisa del escenario o revolcándose por el mismo.

El gusto en la música es personal y absolutamente subjetivo, pero cuando alguien en el público sube a los hombros de otro algo lograste. Estos locos lo lograron.

Texto: Pablo M.

Fotos: Franco Gomez