Las restricciones no impidieron que la danza continúe, y asi todos los sábados de mayo se presenta YONOYO, por streaming. La cobertura es de Tengo Danza.
El movimiento y la palabra crean el mundo de esta obra, en una argumentación corporal que se formula y se responde continuamente abriendo nuevos interrogantes. En la entrevista que la bailarina Rut Pellerano dio en Tengo Danza apuntó que: “La identidad puede ser pensada desde distintos lugares, poner eso en cuestión, por qué limitar lo que uno puede o no puede ser a partir de una normativa… por qué nos encasillamos en roles” fueron los motores de la indagación para la obra. La reseña a continuación.
El sábado llego a mi casa luego de una larga jornada. Me visto acorde a la ocasión de “entre casa” y preparo notebook, auriculares y WhatsApp Web para acceder al link que me llevaría a la danza esa noche. Con la obra de danza audiovisual YONOYO la platea juega de local. Apoltronada, le doy play al video, ¿carga? Rezo en silencio al Dios Wifi para que funcione la conexión, por suerte hay unas horas para ver la obra. Le doy pausa para que cargue y mientras sigo con el interrogatorio, ¿estará bien el volumen del audio? y ¿el brillo de la pantalla? Me decido a inclinar un poco más la misma y luego de los ajustes técnicos entonces sí me dispongo a observar.
Comienza la función. El murmullo musicaliza el momento inicial: “yo sí, yo no, me gusta, no me gusta”, tres personas en acción. Los personajes parecen presentarse pero no, discuten sobre su identidad, sobre su ser, lo hacen en un círculo vicioso y laberinto de nombres. Llegan a una linealidad, de movimientos cortados y coordinados, para ir fluyendo en movimientos de brazos, rozando el aire zigzaseante.
La escena está teñida de colorado junto a una luz tenue, sumando el calor de la madera que tanto bien le hace a los cuerpos cuando bailan para rolar, deslizar, saltar. También como detalle hay unos espejos de tamaño mediano y alargado que replican y duplican tanto la identidad como el movimiento en determinados momentos. Este marco es interrumpido en varias oportunidades por un juego de sombras, en blanco y negro creando mayor profundidad y dramatismo a la escena, como si fuera un túnel del tiempo, de la identidad, de lo que sí y lo que no.
El juego de la obra consiste en la discusión de ver quién es quién en esta historia de la vida, de la danza y el movimiento. Nuestra identidad se construye, se instituye, se intuye, se destruye y se reconstruye. Sí, todo eso podemos hacer y nos pueden hacer ¿si o no?
Una risa final despide la obra y yo contenta decido darle play una vez más porque repetir está permitido.
YONOYO la hacen Rut Pellerano, Aaron Lescano, Sonia Petric, Agustina Toia. Todos los Sábados de Mayo. Contacto: [email protected] o al número 3413667779
Texto: Victoria López