Día 2 de FAER, y muchísimo arte en escena

En la segunda jornada del Festival de Artes Escénicas de Rosario se presentaron las obras Mi Animal y Ruth y la Araña.

Ruth y la Araña: La vuelta a los orígenes

Descrita por su director, Severo Callaci, como una ópera no tradicional, este jueves se presentó “Ruth y la araña” en la segunda edición del Festival de Artes Escénicas de Rosario. La puesta en escena escrita e interpretada por Julia Lamas es una invitación a disfrutar la fusión de la danza, el canto, el circo y, por supuesto, el teatro. 

La obra en cuestión es un unipersonal donde se narra la historia y los orígenes de la intérprete. Desde la escenografía, el vestuario, los sonidos y las luces, la escena teatral está compuesta por detalles simples que no abundan y colaboran a la perfección con el hilo conductor de la historia. Una radio, flores, un ropero, el sonido del tren, fotografías, personas hablando en diferentes idiomas, y más, son algunos de esos detalles. 

Ruth (Julia Lamas) entra en escena cantando de manera muy sentida, que deslumbra. El canto aparece a lo largo de toda la obra, en diferentes idiomas, algunos a capella y otros con sonido de fondo. 

Justamente es a través del canto (en momentos acompañado de piruetas o bailes) que la actriz va marcando las distintas partes escénicas. Las cuales tratan de diferentes familiares, sus descendencias y sus vivencias según los momentos de la vida. 

“Ruth y la araña” es una obra que puede causar nostalgia a más de un espectador. Escenas donde Ruth refiere a familias que emigran en busca de una vida mejor; crecer en la guerra; los intercambios culturales; viajar; jugar con el ropero de su abuela; bailar por la casa con su papá; jugar a las cartas con sus primas. Y por supuesto, lo que representa en su vida, el canto. 


Texto: María Rodríguez Casado
Fotos: Yamil Veces

 


Mi Animal: La dicotomía entre el cuerpo y el objeto

El festival de las artes escénicas que comenzó el día de ayer, propuso este martes una nueva obra performática llamada “Mi animal entre el grito y el canto” la cual fue presentada en el Paseo de las Artes de la ciudad de Rosario.

Podría decirse que “MI animal, entre el grito y el canto” se ambienta sobre el vacío de un escenario completamente blanco, una pila de ocho sillas en el medio y nuestra protagonista al desnudo. A partir de este marco sencillo es que se van dando los acontecimientos de la performance.

La puesta juega constantemente con el “shock” y las sorpresas del espectador. Es una obra por momentos cruda y perturbadora, que con su juego de luces encendiéndose y apagándose, sumado a sonidos estridentes de cadenas, chirridos y silencios absolutos por momento, conforma un ambiente de tensión constante para el espectador. Además, de ese clima de caos, se le suma el hecho de que nuestra protagonista se encuentra completamente desnuda, chocando claramente con todos nuestros imaginarios colectivos.

A lo largo de toda la obra se presenta esta dicotomía cuerpo y objeto como el hilo conductor de la misma. La chica se encuentra despojada de todos los límites, representa al ser humano en su estado más puro y vulnerable. Se encuentra con este objeto rígido e inerte, con el que intenta amoldar su cuerpo. Hasta que finalmente se da cuenta de que es un intento fracasado y decide “liberarse” de él. Entiende que no puede dejar el objeto, pero que no tiene que amoldarse a él.

Si bien la obra puede plantear a simples rasgos esta dicotomía cuerpo vivo y cuerpo inerte, es desde este cimiento que cada uno de los espectadores pueden sacar de ella sus propias conjeturas y análisis. Es una obra que invita a una subjetividad colectiva e incita a cada uno de los presentes a abrir la mente y su subjetividad.

Podría ser que las sillas inertes del objeto se encuentran en representación del sistema en los cuales intentamos a la fuerza pertenecer, que no convive con la naturaleza propia del ser humano, y como en un principio hacemos hasta lo impensado por encajar en él. Después de darnos cuenta de que, aunque lo intentemos siempre va a haber algo propio que no encaje, ya sea el más mínimo detalle, decidimos alejarnos, desatarnos y desligarnos de toda barrera impuesta por la sociedad. Pero, ¿qué vida hay más allá del sistema? Y es así, ¿como volveremos a él? Pero ya no dejando que este nos pase por encima, ya no intentando encajar las partes que no encajan, sino moldeando a nosotros.

Al buen estilo performativo de esta obra, se puede exprimir cientos de significaciones. Nuestra protagonista carga sobre su espalda con una actuación de lo más real y sincera, mostrándose ante él público de la manera más vulnerable. “Mi animal, entre el grito y el canto” nos invita a una introspección colectiva, en donde vivimos en un mundo tan sumergido en la cultura que ya no podemos discernir entre lo primitivo, instintivo y corpóreo de nuestra naturaleza animal, y lo inerte, lo rígido de un objeto.


Texto: Delfina Romero
Fotos: Yamil Veces

 

Este material fue realizado por estudiantes de la carrera de comunicación social de la UNR a través de un proyecto de extensión con la cátedra de redacción a cargo del Dr. Orlando Verna.

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