Un bosque y el encuentro sensitivo

Un relato desde la subjetividad de quien asiste a Psicotropía, recorre el bosque, vive la música y se entrega al encuentro.

Se dice que el 7 es un numero asociado a lo espiritual, este año nos tocó transitar el n°7 de este, el encuentro más mágico y sensitivo que el litoral nos regala. Psicotropía.

Desde el inicio nos invadía un extasiado placer por el retorno al tan amigable y respetado Parque Sarmiento. Entre quienes prefieren acampar alguna noche previa, y los que llegaron en el día, la vuelta al festival fue tomando forma.

Volver a la raíz, quitarse de encima los ropajes acartonados del cotidiano cargado de ollin. Dejarse calentar por el sol, permitiendo al sudor que corra por el cuerpo.

Poco a poco nos fuimos acercando al centro, la función comenzó, el sol continúa presente listo para despedirse y darle paso a un cielo repleto de estrellas, donde de a poco se hizo presente el frío de la noche, dando alivio al eterno verano que nos tocó atravesar.

De las más variadas intensidades, un bajo fuerte derecho al pecho se expandía por todo el predio, acompañando un sin fin de colores brillantes, se desplegaba el encuentro que fuimos a compartir.

La luna se encargó de iluminar cada caminata del majestuoso bosque. Entre banda y banda tenia lugar el paseo donde esos colores junto al crujir de las ramas secándose en este otoño aún joven, se intensificaban. Lo recorrimos rememorando cada lugar, cada vivencia previa, animandose, los primeros, a sentir eso de lo que tanto escucharon.

El despertador de cotorras y grillos nos encontró entre lentes, fuego y camperas, bailando infinito, animándonos a ser eso que somos, sujetos de deseo.

El cuerpo exhausto de tanto estimulo, el alma inmensa, expandida. Cada molécula se regocija en el goce de esta comunidad psicotrópica. Más, siempre queremos más. Hasta la próxima Psicotropía.

 

Texto: Jenny Snipe
Fotos: Ezequiel Gutiérrez

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