Eterna Inocencia: Transforma tu tristeza en canciones

El sábado aterrizó Eterna Inocencia en el CC Guemes y fueron recibidos por los locales de Rosedal.

Noche fría la de hoy, nos saluda la ola polar que nos recuerda que el invierno está llegando, y el otoño (en el que más hojas cayeron) comienza a despedirse.

- Algo de descanso habrá a futuro, en esa cama en la que me quiero quedar – pensaba mientras esperaba el 110 en Virasoro y Paraguay a eso de las 19.

Auriculares al mango, sentado al fondo, repasando los temas de No bien abran las flores (último trabajo de Eterna Inocencia) voy llegando al CCG.

Adentro, desenfundo cámara, doy unas vueltas y como buen fan adolescente en su primera vez, gatillo por una remera de EI que reclama “dejen a los cerros en paz”. No hice tiempo de un trago, Rosedal subió al escenario y en menos de un parpadeo empezaron a sonar los primeros acordes, su último EP “Universo Paralelo” que consta de tres canciones, “Perdido”, “Mirar” (amor puro a este tema) y “Universo Paralelo” se mezclaron entre las canciones del álbum “Portal” lanzado en 2018.

No tuve piedad con mi mano izquierda rota, que, debido a un accidente con la bici, estaba para reposo. Tragué dolor un ratito, pero pudo ser buen sostén del objetivo y la cámara, luego de unas largas capturas, me colgué en la valla para dejarme llevar por el sonido hiper envolvente que desplegaban les musiques, que, por cierto, vienen de haber desplegado sus melodías en Villa Crespo (CABA) y hace unas semanas atrás en La Popular, Rosario.

Rosedal está formado por Matías Orsi (guitarra y voz), Constanza Abeille (bajo y coros), Victoria Chairo (sinte y voz), Martin Sintora (guitarra) y Leandro Paquez (batería).

Me llevo un hermoso recuerdo de mi primera presencia para esta banda, que me dejó expectante de seguir conociendo su identidad, en la que es alimentada, investigando un poco sus influencias, por el shoegaze. Creo que la sensación más certera que deambula por mi nocuerpo es la de haber habitado vibraciones nuevas en la escena local, un sonido que, en mi biblioteca musical no había, hasta la noche de hoy.

Birra en mano, repaso fotos y observo otres colegas por el CCG que piden por abrir la valla para tener un resguardo entre lo que va a ser la energía arrasadora que van a emanar EI y el estado puro de la materia colectiva que va a tomar forma de pogo en breve.

Guillermo Mármol (voz), Roy Ota (guitarra, coros), Alejandro Navajas (bajo), Germán Rodríguez (batería) y tras la partida de Cirilo Pesquero, Federico Lombardi como nuevo integrante (guitarra) ponen pie en el escenario. Fugaz, con bronca y ya dejando desde el primer segundo el aliento abren con “viejas esperanzas”, “a los que se han apagado” y “Elsa y Juan”. Entro en la intermitencia de emociones entre el deseo de estar reboleando la cabeza y el de capturar a modo ametralladora cuanta imagen retrate la velocidad y potencia con la que tocaban, así tal cual los discos. Pasaje por “Las Palabras y los Ríos” y “A los Que Se Han Apagado”, “Resistencia”, discos que el “núcleo duro” de les que habitamos hace años el hardcore combativo de Eterna Inocencia, siempre se van a pedir en los recitales. De este último disco mencionado suena “Abrazo” para “sentir el fin de las soledades...” Llega el turno del último disco “No bien abran las flores” con “Tu mirada” y me llegan las primeras lágrimas a recorrer los ríos de mi rostro que cada vez abren más cauces entre mis pieles. “Trizas de vos”, “Sin Quererlo”, “Despedida”, y no voy a seguir – quisiera – doliendo en las cosas que no tienen solución. Fin de mi llorar.

El profe. Guille Mármol - nos viene a contar grandes historias en melodías además de cantarle a la vida, y no solo nos toca acompañar en pogo y voz, sino también en la reflexión de las emotivas letras que no nos dejan más opción que abrir el corazón y poner en marcha el motor de nuestra conciencia.

Escuchar a Eterna Inocencia es un acto transformador, que invita a tomar posicionamientos marcados respecto de la historia, de nuestras memorias, que cuantas veces los injustos y despiadados, esos sectores dominantes que acumulan y ejercen el poder desde arriba hacia abajo, intentando aplastarnos a través de los siglos , quisieron venir a robárnosla; escuchar y acompañar a Eterna es también transformar nuestras tristezas en canciones, es un descanso de los corazones violentados y la revancha de los gritos de lucha y resistencia que muchas veces quedan sin hacerse escuchar, o que aún haciéndose escuchar no pueden frenar la despiadada maquinaria del sistema capitalista que sostienen las multinacionales y a sus negocios sucios con los distintos gobiernos, para destrozar nuestras vidas, nuestras manos, nuestras tierras y mares, nuestra naturaleza y las especies que habitan en ella. Por esto “Cassiopeia”, es una historia que se grita fuerte y cuenta el desastre medioambiental que provocan los basurales abiertos en Puerto Madryn, las gaviotas que se alimentan de estos, y luego en su interacción con los ballenatos que habitan la Península de Valdés, los infectan con sus picos, provocando heridas incluso de muerte.

Dime, ¿cómo se siente?
Llevarte mi corazón, ahora
Dime ¿cómo se siente?
Separarse entre los dos

Retrato del estribo que la pluma de nuestro querido amigo deja asentada en “Montañas” de su último disco, que, aprovechando la vuelta, recomiendo fuertemente a quienes me lean, disco, que nos ponen en un viaje temporal, donde el sonido nos trae aires ochenteros encuadrados en artistas como “The Cure”, “Joy Division”, “New Order” entre otros, (yo me reencontré con Bad Religion en este disco, pero se me puede cuestionar la apreciación).

“Puente de Piedra”, “La Radio”, “Le Pertenezco a Tus Ojos” (y ahí vamos de nuevo con eso que cae de los ojos). “Cuando salgo a Tocar”, una vueltita por los últimos sudores de saltos y empujones más combativos con “Cartago” cerrando bien fuerte al grito de “¿Entendés, entendés lo que es la lucha por el poder? ¿Entendés lo que es regar para siempre la tierra con sal? Cerrando así su paso por Rosario con, “¡Vamos mi vida, las fronteras son más fuertes hoy en tu interior!” (Nuestras Fronteras) canción en la que mi puño fue bien alto, mi garganta no tuvo lugar para el respiro, mi corazón se fundió en el calor compartido con los corazones vecinos, mi mano dejó de doler, y mis ojos ya no querían ver más. Me llevé la sonrisa puesta y un abrazo reparador con Guille, que guardaré hasta la próxima.


Texto y fotos: Luciano Scotta

Compartir

Comentarios