Dois, donde las fronteras lingüísticas se desdibujan

A la obra de teatro de Matías Deferico, protagonizada por Mayra Sánchez y Miguel Bosco le quedan dos funciones en La Orillia infinita, domingo 21 y 28 de abril y no tiene desperdicio alguno. Durante una hora, se viaja al país vecino, a los silencios del alma y los ruidos del sentir

Este miércoles la cita fue en Refi, la vieja técnica se convirtió recientemente en un espacio que abraza el arte. Se puede tomar algo, comer unas empanadas o pizzas y después deleitar teatro o danza o música. Una propuesta que descentraliza la cultura, la expande a barrios como Refinería y permite entre otras cosas que el disfrute sea un poco más equitativo. 

Pasadas las 21.30 las cortinas negras se corrieron, Juan invitó a los presentes a pasar. Dos personas en escena, tres sillas, un bolso y un par de luces. Dois no necesita mucho más. Es una de esas obras teatrales que tienen la fortaleza justa para atraparte con el silencio. Dois rompe fronteras lingüísticas porque Tata – Mayra Sánchez – y Cachorro  - Miguel Bosco – hablan con las miradas, los gestos, las corporalidades. El sentir se les escapa por los poros y quien los observa se olvida que sus diálogos son en portugués. El decir se desdibuja y las pulsiones de vida se definen en cada paso que dan. 

¿Cuánta fragilidad somos capaces de soportar? ¿Qué nos marca la rudeza con la que enfrentamos el mundo? ¿Puede la fe cambiar lo triste o se adorna un poco la angustia creyendo en algo? ¿Cuánto de lo que somos es nuestro y cuánto se lo debemos a otros? ¿Las marcas del amor son para siempre? ¿Puede el mar limpiar penas o las olas profundas abrir cicatrices? ¿Cuánto hace que no te encontras en los ojos de alguien? 

Tata y Cachorro pasan la noche al costado de una ruta. Él respira el aire de ella, ella respira por costumbre. La resignación se hace carne. Pero están vivos porque encuentran momentos de risas.  A través de un rosario improvisan una comunicación con Deus y los santos, y desde entonces nada es lo mismo. Las preguntas no cesan y las respuestas las inventan para ver al otro satisfecho, porque cuando algo arde en el pecho uno es capaz de despojarse de todo, menos de la ternura. 

Durante una hora, se puede ver que detrás del brillo que irradian los ojos de Tata y Cachorro, hay mundos rotos, nombres, pieles, olores, lugares, deseos, misterios. Por momentos les cuesta entenderse, descifrarse. Llegan a desconocerse. Cuando uno dice basta, el otro sigue y al revés. Sin embargo, hay algo indiscutible, algo que se instala de principio a fin: Tata y Cachorro se necesitan para que la crueldad no los aplaste y las efímeras alegrías cobren sentido. Se necesitan para existir.  Por: Ludmila López Fotos: Gabriel Lovera

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