Odio a Soledad Fandiño

Amor, planos existenciales y una rubia que le hace la vida imposible a una noble cabezona. Por Paci

Todos nosotros tenemos más de un plano de existencia. Digamos, más allá de la metafísica profunda, de las religiones o creencias, de las drogas y los estados de conciencia, del aura, los chacras y los mantras, en un punto muchísimo más mundano, todos somos una suma de partes. Para simplificarme, cosa que generalmente no me sale como tampoco me sale resumir, digamos que yo tengo dos vidas, una real, material, la de todos los días y una, emmm..estee, virtual. Imaginaria, imaginaria queda mejor.

La vida imaginaria es esa que sustenta la vida material, esa que aparece en el momento que estamos en la cama mirando la nada, esperando que venga el sueño y nos recreamos momentos en los que somos tremendamente valientes y decimos todas las cosas que no dijimos en situaciones de la vida real. También nos ponemos en modo vida imaginaria cuando vamos al baño, el inodoro es un trono de reflexión en el que tenemos tiempo y un nivel de desconexión suficiente para interactuar con personajes que no están, en situaciones que no están sucediendo.

En todo este tiempo de estadía en el planeta he tenido la cantidad necesaria de momentos como para crearme una vida paralela muy vasta, en la que soy un ejemplo a seguir y en la que he mandado a la mierda sin derecho a réplica a innumerables personas, físicas y jurídicas. Además de tener romances, encuentros furtivos, hijos, nietos y casas de veraneo con muchos hombres. Pero ningún espacio, por más privado que parezca es perfecto.

Yo no sé si es una cuestión mía y tengo algún problema personal en el que permito que algo invada la perfección de la vida que tengo en un plano que se crea a mi propio criterio, o sea, en el que podría obviar o directamente matar frases, cosas o personas que no vayan con el curso que yo quiero, pero la cuestión es que en estos últimos años mi situación amorosa ha ido de mal en peor.

Que el amor vaya por un camino sinuoso en la vida real no sorprende a nadie, de eso puedo escribir una enciclopedia de varios tomos y nadie podría decir que no coincide con, por lo menos, un punto. Pero que mi felicidad con parejas imaginarias se vea así de destrozada como ahora es signo de que algo no está bien. O de que enloquecí completamente. Lo peor es que el hilo conductor sea una sola mujer.

Primero Rodrigo de la Serna y yo teníamos una relación divina, siempre le dije que después de su actuación en Revolución, los billetes de 5$ deberían ser impresos con su cara. Las estatuas ecuestres de todas las plazas me recordaban a él y me hacía olvidar el rápido romance con Diego Luna, que terminamos por una cuestión de distancia geográfica. Éramos felices hasta que arrancó su nuevo proyecto, Contra las cuerdas. Ahí apareció ella. Rubia, linda, lo reconozco, es muy linda, pero malísima actriz. No sé qué le vio, bueno, no sabía hasta que la vi en una publicidad de ropa interior y comencé a aceptar mi derrota, aunque me molestó mucho más que se haya separado de su mujer real.

Pasado el tiempo, las heridas van sanando y la vida imaginaria es tan grande que siempre hay amores simultáneos, es como hacer zapping. Así que pude volver a enamorarme de un músico, porque los músicos siempre me pudieron. Todo musculoso, rapero, original, con René teníamos una relación muy linda porque éramos compañeros. Él no creía en el casamiento y yo no me quería casar, libres los dos yo sabía que no era conmigo en particular la cuestión sino que él era así con todas y era perfecto. Hasta que ella apareció de nuevo. De sopetón, de la nada, no sé de dónde se asomó pero apareció y no contenta con aparecer se casó con él. Eso es un juego desleal, antes no era mío pero tampoco de nadie, ahora está casado y a mí, los casados/comprometidos/en una relación no me gustan. Un garrón.

Ustedes creerán que me estoy drogando demasiado, pero no y para demostrarlo, la historia no termina ahí porque las mujeres somos bien perras y cuando nos la agarramos con alguien que Dios se apiade de su pobre alma. No contenta con haberme sacado el amor de dos hermosos hombres, no contenta con ya tener lo que buscaba fue más allá y protagonizó una historia de amor en un video de su esposo con Juan Minujín que, adivinen que, sí, justo estábamos empezando a conocernos. Yo no sé qué te habré hecho en otra vida, pero en esta te odio, Soledad Fandiño.

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