Matilda presentó Imaginario Popular, su último álbum en una noche de baile apto para todo público en el Galpón de la Música.
“Lejos de los horarios, la mala paga, los malos tratos, nos refugiamos en un reducto de musical liberación. Cerca, casi pegados, cientos de cuerpos concatenados se van soltando de lo que pesa en un ritual donde no hay dios.”
Fácilmente podría resumir con esa frase lo que fue la noche del viernes en el Galpón de Música, con la presentación de Imaginario Popular, el sexto material de estudio de Matilda.
De la apertura de la velada estuvo a cargo Perro Fantasma, que a dos años de la presentación de su material homónimo, ha sabido entrelazarse entre los oídos curiosos y los circuitos alternativos de Rosario.
Un cálido ambiente recibe al dúo electro pop, en el galpón que vislumbra los barcos que recorren el Paraná. Show apto para todo público, que recibe de brazos abiertos tanto a familias completas con sus integrantes de todas las edades, como a grupos de jóvenes afiliades al sindicato del baile local.
Así sale Matilda al escenario, con calma mostrando las canciones más acústicas, más tranquilas de Imaginario Popular, pasando por alguna que otra de sus discos anteriores. De a poquito el ritmo, el movimiento y los beats por minuto van subiendo. Llega el primer invitado de la noche, Lucas Roma (Puesto en Marte, solista), que acompañó con guitarra eléctrica algunas canciones, como FM, un homenaje a Federico Moura.
Sigue el show, sigue subiendo el calor del ambiente de baile y siguen pasando los hits unos tras otro. Dueños de la canción, como dos tótems se erigen arriba del escenario Juan Manuel Godoy y Nacho Molinos, claros sobre las tablas, marcando toda su personalidad en cada movimiento, en cada frase, en cada acorde.
Van sonando así las canciones que ponen nuestro cuerpo en movimiento. Repasando Imaginario Popular en canciones como Vamos ardiendo y Musical liberación, y algunos clásicos de otros discos como Un amor y La prueba y el error.
Invitación especial para Maia Basso (Aguaviva, solista), que sube a cantar Danza sin final junto a Juan Manuel, y el adelanto del disco, Anti romántico, y ahí va también otra invitación especial para Sofía Pasquinelli (Alto Guiso, Budajipis, Ex Empleades de la Nasa), la guitarra del funk local, y se queda para interpretar un tema que ya se volvió clásico, El río y su continuidad.
Se permiten hacer un bis y cerrar, como se debe, con Los amigos del tiempo. Y así se despiden, agasajados entre aplausos y mucho baile, agradeciendo a todas las personas que están y hacen que una banda pueda crecer, entendiendo a la música como un acto colectivo.
Matilda comprende totalmente el concepto de la canción, comprende totalmente lo que le llega a quien pone los oídos para que la canción le lleve puesto, y utiliza noblemente esa comprensión para sembrar ideas renovadoras, valoraciones de lo colectivo, puntos de vista más sanos sobre el amor que ponen en jaque lo que la educación emocional hegemónica nos plantó en la cabeza. Las canciones de Matilda dejan un mensaje claro de disfrute simple de la vida, de los sentimientos más humanos, y buscan la forma de que sea sano y bello llevar adelante las cosas que nos pasan. Su música nos para acá y ahora, y nos pone a bailar.
18 años llevando adelante un proyecto musical y un entendimiento sonoro total entre dos compañeros llevaron a Matilda a encontrar un formato de hit que no falla a la hora de entrar en los oídos. La canción justa, el buen pop. Y así andamos recorriendo la ciudad en bicicleta cantando sus canciones sin darnos cuenta. Logrando esto, que elijan dejar un buen mensaje, es algo más que valorable.
Así se presentó el Imaginario Popular de Matilda, 9 canciones que están siendo digeridas y van a quedar grabadas en nuestro inconciente, sembrando un mensaje para cosechar nuevas ideas y buenos momentos.
Canciones populares, presente continuo y disfrute colectivo. Matilda y su Imaginario Popular.
Texto: Gonzalo Luján
Fotos: Francis Castillo