Trascendiendo la materia en un nuevo Ritual Groove

A más de un año del último ritual, nos convocaron en la noche del pasado viernes 15 de noviembre para presentar su primer disco.

El calor le hacía frente a la cerveza fría en la noche del pasado viernes. Nos encaminamos hacia el Galpón de la Música con la luna observando nuestros pasos. El tiempo que tardamos en saludar fue la espera para que nos permitieran el ingreso; el ritual comienza. Ya tenemos el sabor de los recitales de la Groovin Bohemia y el sonido de los temas que componen su disco homónimo, contamos con la garantía de una noche única.

La multitud se aposta frente al escenario y se puede sentir la tensión, la manija acumulada hecha energía estática. Con el primer sonido de Primate la gente explota en saltos y baile; nos transformamos en cavernícolas danzando al fuego del Groove. Vinimos a refugiarnos de la selva exterior para tejer la nuestra, donde el amor es lo que nos une y nos da la chance de bajar esos escudos cotidianos.

Vamos recorriendo los temas bailando, transformando esa energía estática en dinámica y cargándola con movimiento. Nos sacudimos a sus órdenes, armando y desarmando rondas, cambiando de lugar y colores. Para cuando Brapis toma uno de los micrófonos, ya nos encontramos a años luz del borde del Paraná. Con un flow milimétrico nos mantiene a saltos y brazos levantados. En un espectáculo que crecía sin escalas, nos detiene Nico para agradecer al esfuerzo de todos, por hacer posible el recital, el disco y el país que continuamos (des)construyendo. Agachados lo escuchamos y a los saltos continuamos. Con coreografías y enérgicas contorsiones desde el escenario logran mantenernos al palo.

Nos achica el final en una vuelta y salimos para recuperar fuerzas. Nos encontramos y encaminamos nuestros pasos hacia el Club 1518, atravesando la selva de concreto. El movimiento perpetuo ya se apoderó de nuestra carne.

 

 

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Crónica: Pablo Sanchez

Fotos: Mariano Ferrari

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