Carmina Burana encienDe Siete

Volvió a los escenarios rosarinos Carmina Burana con un explotado show el sábado en Distrito Siete.

La noche arrancó tranquila, un poco de ansiedad, mucha emoción y expectativa rondando por el aire, en las calles, las de mi barrio, las que “lucen vacías (…)”.

El sábado pasado la noche estaba ideal para tomar algo, reunirse con amigxs y volver a ver a “Carmina” después de tanto desencuentro generalizado. Además, a la gente de nuestra ciudad (donde se los vio nacer/crecer/volver) le gusta mucho C.B y eso logró convocar a un gran número de personas que rápidamente completaron el cupo permitido de “participantxs”.

De a poco las personas se fueron acercando al “D7”, lugar ya conocido de la ciudad de Rosario ubicado en la calle Ov Lagos y Córdoba para ir ingresando ordenadamente al local. Pasadas las 22:20, cada cual en su respectivo lugar, arranca el show musical con “Ifayouwana”…algo pasó, era Carmina sonando en vivo después de tanto tiempo y la gente seguía sentada. Un tema que te inicia en el camino al “Trance Hipnótico” toda vez que  como ritual C.B lo ejecuta en cada recital, esta vez no parecía producir efecto. Obviamente que otras cosas sí empezaban a hacer efecto y pasados los dos o tres temas siguientes, “Kamono” -vocalista y chamán activista del punk viajero y agitador-  aclamó por su público y obviamente éste respondió.

La primera mitad del show transcurrió entre un dejo de timidez, algo de control por parte de la gente que trabaja en el lugar y otro poco de miedo generado en el público, vaya a saber por qué algo parecía impedir acercarse a la otra persona. Claramente este estereotipo de recital punk/ska/harcore/psicodélico/rock no iba de la mano con el actual “distanciamiento social” y por eso, entre temones “más coreados” y “no tanto” llegó el hermoso, ansiado y  querido “pogo popular”. Si, cuerpxs que “en el ojo de la fiesta bailan y cantan (…)”

Transcurrida una hora del show “carminero”,  los pisos completamente empapados, el escenario peligrosamente lleno de vasos volcados y una cantidad de cables enredados de tantas idas y vueltas sobre el escenario explotado de tanta magia, empezaron a sonar toda la tropa de temones clásicos como “Me iré”, “Trance Hipnótico”, “Volvedor”, “Pellizca Puercos” entre otros que no hicieron más que seguir levantando la bandera del “agite” en el pogo para toda la gente que allí habitaba ese espacio.

El show culminó apenas unos pocos minutos antes de las doce. “La Peste” volvió a coronar una noche perfecta, perfecta para el punk, para la cultura, para el despertar de las miles de millones de formas de expresar el amor por el arte, para quienes no quieren callar ni  dejar de luchar.

 

Texto: Nahuel Giménez

Fotos: Cristian Sánchez

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