Cátedra de rock con Marilina Bertoldi

Marilina Bertoldi llegó a Rosario con su banda para presentar Mojigata con localidades agotadas en La Sala de las Artes.

Sala llena, cuerpos que se chocan, tragos ingeridos y espara ansiosa. Luego de un buen tiempo, Marilina Bertoldi regresaba a la ciudad de Rosario trayendo su show eléctrico, el de la presentación de su más reciente material de estudio, Mojigata. La cita fue este jueves 21 de abril en La Sala de las Artes, y pasadas las 9 de la noche, ya no cabía ni un alma más en el recinto.

Cuando el público estaba ya cocinado Marilina salió al escenario con su banda, y al primer acorde que salió por los parlantes, la sala se vino abajo. Y arrancó como tenía que arrancar, con lo más fresco, el primer tema de Mojigata, Es Poderoso, para seguir con La Cena. Y sí, es poderoso lo que esta mujer crea, y es poderosa su presencia manifestándolo.

Ella expresa sus sensaciones de estar volviendo a los escenarios, de ser recibida una vez más en Rosario "estoy dando todo lo que puedo y espero que sea suficiente".

Mientras iban mostrando las canciones del nuevo disco, se mechaban en el medio algunos básicos y necesarios de su repertorio, como O No? y La Casa de A, y llegó el momento de suavizar el aire de la sala cuando Marilina tomó el teclado y sonó Amuleto, la joya de crema que sacó recientemente junto a Javiera Mena. Y siempre hace falta ese momento de calmar y abrazar, y eso se ve reflejado en varias canciones más.

El fuego pide refrescar, cuando se calienta un ambiente, y Marilina se plantó "Hasta que no tenga un fernet yo no voy a seguir". Por supuesto que lo obtuvo, y de hecho vaticinó que el futuro de tal bebida viene sólo con un chorro de coca, y el resto de soda (estoy muy de acuerdo). La fuerza volvió a aumentar, cuando nos contó que una vez hizo una canción para que alguien vuelva, y funcionó, porque Eduardo Giardina volvió a ser el baterista de la banda, y después de que se den alto abrazo, tocaron Tito Volvé.

Y ya que nombramos a Eduardo, nombremos también al resto el tremendo bandón que acompaña a Bertoldi en esta gira: Ivanna Paula y Luciana Torfano en guitarras, y Juan Manuel Segovia en el bajo.

El final fue un combo de rock de esos que te llevan puesto, con toda la potencia que les caracteriza, y entre todo eso explotó Pucho, que tiene un riff digno de cualquier guitarrista leyenda. También sonó Mdma irse estallando el lugar con Racat.

"Me están haciendo muy bien. Las últimas veces que toqué en vivo estaba muy mal de la cabeza. Y hoy me vino a buscar, y le dije que no" expresó Marilina a corazón abierto y pura gratitud, haciendo algo que es muy valorable de parte de una persona que genera admiración: hablar de su propia fragilidad emocional, nombrar a la salud mental.

Una cátedra de rock la que dio Marilina Bertoldi en Rosario, en tiempos en los que los oídos se han abierto a recibir toda clase de sonidos, en tiempos en los que nos preguntamos si el rock sigue vivo. El ceño fruncido agitando la cabeza, ese reflejo inevitable que sólo es causado por música que te atraviesa entero.

Una artista clave para una generación, con una presencia hipnótica y potente, de esas que es muy difícil encontrar arriba de un escenario. Su compromiso desde el arte para con el movimiento de mujeres y diversidades es de público conocimiento y creo que no hace falta ahondar en eso. Sí me parece importante hablar del lugar que ocupa dentro de la escena latinoamericana, de cómo llegó a ese lugar y de la forma de tomar espacios, para apropiárselos representando a su colectivo y hacer historia a fuerza de música increíble.

El rock no está muerto. Ahora se llama Marilina Bertoldi.

 

Texto: Gonzulu
Fotos: Silvina Nicotra

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