COBERTURAS
12 de octubre de 2025
MONA BONDAGE. LA SANGRE QUE NECESITA EL ROCK

Llegó el 10 de octubre. Mona Bondage amplifica al mango el escenario para presentar Mal Plan, su reciente disco, en el D7, junto a Vulka como formato banda, invitada desde La Plata.
Advertencia: quien pone el texto en juego es un prototipo humano con una cámara colgada del cuello, superviviente de tres catástrofes neoliberales y de los andares musicales varios de la escena rosarina y santafesina, que tiene la caradurez de escribir acá nuevamente.
Aclarada la cuestión, vamos a diseccionar la vivencia.
El pasado 28 de agosto fue parido el EP Mal Plan, un laburazo de 10 canciones crudas y viscerales que sangran rock, sin reparo alguno en marcar su esencia de manera directa, desafiante y con determinación. Temas con la contundencia inexorable del bajo, una batería que impone el ritmo corporal en cada canción, acompañamientos de violas y riffs cargados de rabia, como en la intro de Mal Plan o los interludios de Aguafiesta (tema grabado con Pablo Pino en voz) o ¿Para qué?...
En los decires de los versos, se ponen en juego la locura, los miedos y el desoriente de manera inmersiva pero con un lenguaje directo que nos saca del cuero a las piñas, mientras que otras estrofas, nos ponen de cara al dolor, proponiéndonos un abrazo desnudo en nuestros adentros. Encuentro también varios pasajes con piezas minimalistas de la electrónica, con una muy cuidada y sutil amalgama en varias canciones. De amor, de locura y de muerte es un lugar apropiado para ejemplificar este buqué, una canción que viene en el momento justo para presagiar finales —veremos la oportunidad de releer la obra literaria de Horacio Quiroga—.
Cuando se trata de bajar unos cuantos cambios en la euforia de la carne, el ambiente más íntimo del disco, ese que nos despoja de la piel por completo, emerge en Falso Profeta, que concreta un final y deja lugar a la ausencia, a la búsqueda desesperada de la resonancia de un mundo que se rompió y no dejó ni una foto para los sueños. Perdernos entonces, nos enmarca en el final de esta obra.
Removiendo recuerdos
De aquella primera presentación en el Psicotropía, celebrada en Playa de la Música en 2022, pasaron ya 3 años. En medio, recuerdo la fecha compartida con 1915 en el CC Güemes durante 2023, año en el cual emergió Somos Eternos, el tremendo sencillo grabado con Cruz Hunkeler. Este mismo transitar de los años también queda reflejado en la búsqueda y transformación que han ido elaborando en su sonido, consolidando así, una identidad colectiva, un estilo propio, desplegando una crudeza que enrabia a cada instrumento, poniendo a la creatividad en un buen diálogo grupal.
Hoy conformada en un quinteto, con Jonny Vok en voz, Mia Calde en bajo, Lautaro Canals en batería, Ignacio Benítez en guitarra y Lautaro Suárez como guitarrista, La Mona pisará escenario nuevamente con la órbita performática de Fanática Viciosa, dirigida por Alma de Camaleón.
Volviendo al escenario
La encargada de la apertura de los cuerpos fue VULKA, de La Plata, también en pleno parto de su disco homónimo. Nos ofreció a las cuerpas un ida y vuelta de tambaleo relajado y reflexivo, de sonidos sintéticos y letras con muchísima exploración crítica a los sentires mundanos, combinando rock, pop y electrónica. - Tengo artista nueva pa' escuhar le mencioné a Gabi -.
Julia Consolo es una artista autodidacta en esto de la construcción narrativa en la música —por lo que pude averiguar, ¡quien pudiera arrancar en plena infancia, a construir la realización del deseo y catapultarlo a la adultez, aprendizaje de por medio! —.
Le recomiendo a Vulka que vuelva a Rosario, que la rompió toda jajaja.
En medio de la antesala al escenario se ubicaron mesas con pequeños recortes de papel en los que se podían leer diversas frases, con metáforas de las más audaces para esto de martillar cabezas. En la barra y junto a la caja había calcos de la fecha y de la portada del disco.
La sangre —a mi forma de conceptualizar la obra escenográfica musical — fluía a través de la iluminaria, que en una idea bien marcada no generó distracción alguna; el único blanco en escena sería la grupa de Fanática Viciosa. El desarrollo de la perfo culminó con el ingreso de La Mona (con mis más sinceros respetos, readopto y me apropio el nombre).
En el andar de fotógrafo, tengo que poner en relevancia el aguante de la escena, a quienes algunxs pude saludar y otrxs no —y disculpen quienes no sean mencionadxs—: referentas de la cámara, como Ligia Majul y Kiki Valentini (que anduvo full chamba), Fran Gorosito, y desde el cruce en el periodismo cultural a Mariana Soto. En el ambiente artístico musical, primera mención a Solca, que compartió escenario nuevamente con Jonny y la banda; también Tom (&theCrisis), Mery, que encausa Princesa Tetrabrick y anduvo full pogobaile — y que perdió su cámara digital, que, si la tenes y estás leyendo esto, devolvela, no seas laucha—, entre muchísimas más artistas.
Contamos dentro de la lista con una potente versión de Influencia —Charly García—, también recambio de vestuario (desnudez de torzos, porque la sangre es caliente), momentos de butaca sensible e intimidad de living con luz bajita, además mucho reviente y una superación total de toda expectativa al vivo. Si chicxs, arrasaron.¿Cuándo tocan de nuevo?
Quiero cerrar la idea del título antes de finalizar. Creo que desde hace tiempo se viene secuenciando esta de que el rock está matado, ahí arrollado en la calle, en plena agonía, que se perdió, o que ahora Wos y Dillom son el rock —que por cierto los quiero mucho—. Yo no soy quién para definir ningún género musical, ponele, esto de lo que es rock o que no lo es… Pero, si me permito señalar y dar carácter a la esencia de una banda cuando presenta una postura desafiante, rupturista, desobediente, un posicionamiento que promueve la creatividad sin andar atrás del culo de las tendencias que impone la industria, que es crítico, que pone énfasis y significancia en la alegría del compartir con la gente del día a día, o que invita a poner el bocho en movimiento y a cuestionarte, que no reposa en la tibieza y la comodidad de la cultura domada por el mercado o pone en jaque las desvivencias sociales politizando el contexto. Aquí enmarco aquella transfusión de sangre de la que hablo, la transfusión de sangre que necesita esa/nuestra cultura del rock.
Y siendo un poquito más preciso,
la sociedad en general,
que bastante perdida en la tibieza anda.
Entonces, ese baño en sangre que nos dieron es todo un enorme aplauso y gratitud para Mona Bondage, y no solo sus músicxs, sino cada laburante que participó en cada gestión y concreción de la noche.
Chausitos
Ah...
Crónica y fotos: Luciano Scotta.