Un Fausto Queer: Cuando su corazón late cerca del mío

Reseña de la obra Un Fausto Queer que se presenta este viernes 28 y sábado 29 de julio en La Cultural de Abajo.

Caminé a través del desierto / de alguna manera lo crucé / No sabía lo perdido que estaba / hasta que te encontré. “Like a virgin” - Madonna

En un páramo pampeano, dos amigos adolescentes tienen su primera experiencia sexual. El relato pertenece a un hombre adulto, está en primera persona, y lo recuerda como la magia de las cosas que suceden por primera vez: Un momento virginal “touched for the very first time ". “Qué boludos los que no son putos” dice de cara al público.

El tiempo los separa. La distancia, la tradición los subvierte, los enajena. La narración del protagonista sobre el paso del tiempo y el presente con su voz a modo de “recitado gauchezco”, confiesa su melancolía.

Cuando se produce el reencuentro también aflora la negación, la resistencia. La vergüenza de la vida adulta que se distrae de las purezas de la juventud. Les resta virtud. Pero ellos aún sienten el pulso del corazón cuando están cerca.

POTRO será el título del segmento que referenciará a los protagonistas. Relincharán cómo caballos, con ímpetu, estos hombres demuestran una bravura que, después de zarandeos, la entregarán a la ternura. El monte los volverá a abrazar. El recuerdo revivido, aquel lugar acunado, resguardado, la frescura del tiempo dejado atrás volverá a despertar. Sobre el césped, fumando, después del éxtasis, observarán la película del momento pasar frente a sus ojos, entregados al amor y el placer.

Eres tan agradable y eres mío / seré tuyo hasta el final de los tiempos / porque me hiciste sentir / sí, me hiciste sentir / que no tengo nada que esconder.

Mefisto es el catalizador, quien juega con los fantasmas de esta sociedad y corrompe los sentimientos de los personajes. Extasiándolos por un lado, haciéndolos sentir culpables por otro. Su figura encarnará en los protagonistas, el pecado.

Por ello, “el porro no pega”. El protagonista tratará en vano de retener el momento, pero éste se le escapará de las manos como humo. Vendería su alma al diablo con tal de hacer real su ilusión.

Aunque parezca celestial, la manifestación de la virgen en el escenario nos recuerda que el único ser puro es su hijo (que no está concebido por otro ser humano) todos los demás, somos hijos del pecado original.

 

Seguir los pasos que va dejando la obra, desandarlos para conocer el origen y el significado

Hasta aquí podemos apreciar la reversión de los sonetos de "Fausto Criollo" de Estanislao del Campo, estrenada en 1866, donde los protagonistas confunden la realidad y la ficción creyendo que la historia de “Fausto” es tan real como la magia de Mefisto. Podría animarme a decir que la propuesta también está entrelazada, bajo la influencia del cuento “El amor” (2015) de Martín Kohan, que narra la breve historia de amor entre Martín Fierro y Tadeo Cruz.

De este punto en adelante, el director se zambulle en el concepto teatral que propone y su problemática. El protagonista de esta obra asume la personalidad de Fausto, firma un pacto con Mefisto (el diablo) y desata el Ballroom. Un mundo en “POSE” y envoguizado” donde los amigos culminan su transformación.

Un Fausto queer, es la historia sobre la búsqueda de la identidad y la inclusión. La lucha por aceptar la sexualidad, encontrar un lugar en el mundo donde uno se sienta aceptado. Mefistófeles representará las fuerzas de la tentación y la rebelión, que se debe enfrentar en la búsqueda. Sobre el amor, la pérdida y la redención, desde una perspectiva queer.

Justamente, al enfrentar la búsqueda de identidad, estos gauchos trazan un camino entre el antes y el ahora, su recorrido, el “surco” que ha quedado entre ambos extremos: duele ser surco, una hendidura en la tierra que deja fluir el agua. Duele ser surco, duele que la vida pase sin dejarlo ir a uno. Y lo expresan cantando “Canción del Jangadero”: 

Río abajo, río abajo, río abajo: a flor de agua voy sangrando esta canción. En el sueño de la vida y el trabajo se me vuelve camalote el corazón.

….

Padre río, tus escamas de oro vivo son la fiebre que me lleva más allá. / Voy detrás de tu horizonte fugitivo y la sangre con el agua se me va.

Aquello que se encarna se hace real. Así como otras experiencias pueden ser percibidas como “El cielo en la tierra”, otras lo son como el infierno.  

Mesfisto vuelve a escena, lo hará con un banquete que servirá al público.

Coman de mi carne, beban de mi sangre, es la frase que Cristo pronuncia en la última cena, y que ahora podemos leer en la pantalla detrás de Mefisto. El significado de la doctrina católica habla de que es un acto de sacrificio por nuestros pecados y que su función es para que vivamos en comunión. Todos bajo un mismo cielo, todos en un mismo infierno.

Así como se dice que la fe es el alimento del alma, el pecado también lo es. No hay nadie más moralista que el diablo. Pocas cosas alimentan tanto el alma de las personas como una moral ganada, cuando no se tiene poder. La mínima cuota que se pueda adquirir, servirá para subyugar o juzgar a otra justificadamente. Es un banquete del cual se sirven todos. 

Un Fausto Queer nos muestra que todos estamos hechos de la misma carne, más no de una misma concepción. Que ello no es pecado y lo que nos salva, la redención, está en autoperdonarse, hacer de lado ese infierno y vivir según lo que dicte el propio corazón.

 

Ficha Artística

Actúan: David Gastelú y Carlos Chiappero
Bailarines: Laly Krupp, Leonardo Tabares y Casandra Martinez
Diseño lumínico: Federico De Battista
Asesoramiento en vestuarios: Ramiro Sorrequieta
Escenografía: La Tramoya
Realización audiovisual: Guillermo Erijimovich
Voz en off: Guillermo Peñalves
Fotos: Guillermo Erijimovich
Diseño gráfico: Diego Stocco
Colaboración dramatúrgica: Matías Martinez
Asistencia de dirección: Natalia Camuso
Idea y dirección: Carlos Chiappero y David Gastelú
Producción general: La Tramoya y Cía. Du Cul Du Monde

 

Texto: Juan Pablo Funes

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