Esta vez es posible que se quiebre el círculo

A raíz de lo que pasó en la Facultad de Humanidades y Artes, me puse a pensar en una técnica nueva que me pareció notar, sobre todo, en docentes en los que recae una militancia en los años de la dictadura.

Mi reflexión no sé si es acaso como estudiante, si no quizás, como parte de una generación que nació posterior a la dictadura militar, que arrastró algunos resabios de ella, como el ajuste económico de los años 90.

Nací en el 89, el mismo año que Menem asumió como presidente de la nación.

Cuando fui creciendo, en la secundaria algunos profesores -a quienes les debo gran parte de mi reflexión política-  nos empezaron a transmitir sus vivencias en esos años. Una profesora de historia nos contaba como gran parte de sus compañeros de universidad, habían desaparecido. La  imagen  del miedo volvía, en las horas de la siesta  los domingos, con algún ruido de  un auto desconocido pasando por el barrio de su casa en Arroyito; las frenadas la asustaban, pensaba en quien sería el próximo en el barrio.

Por  la crisis edilicia en la Facultad, el pasado miércoles 30 de septiembre, un vidrio impactó sobre la cabeza de una compañera que asistía a un congreso. Los estudiantes -muchos de ellos independientes- nos manifestamos en respuesta a esta situación que casi cobra la vida de una estudiante.

El Consejo Directivo no sesionó e hizo que deviniera una ola de culpabilizaciones hacia los estudiantes, que usábamos nuestro legítimo derecho a expresarnos

Entre todas estas cosas, caminando por el pasillo de la facultad, escucho a una docente decirle a un compañero: " vos no sabés pibe, lo que fue la dictadura". Otros calificativos vinieron luego de esto, por parte de otros profesores, al titular una nota "imperio del terror". Ayer a la tarde asistí al comentario de una señora, similar, diciendo "ah pero esto es parecido a lo que pasó en la dictadura".

La mayoría de los estudiantes que estuvimos en la asamblea del pasado lunes no vivimos en la época del proceso. Sólo lo sabemos por el relato de nuestros viejos, tíos y profesores.

Cuando siento que se nos acusa, de la ignorancia de no saber, hasta me siento triste. Ha recaído entre nosotros, no sólo el peso del neolibelalismo, de la crisis del 2001, de la despolitización de la juventud. Sino también, el peso de no estar contando y siguiendo la historia. Muchos de los que hoy, asistimos a este flagelo, nos sentimos violentados también, por la subestimación constante que recibimos de esas personas que alguna vez fueron militantes políticos, que defendían a raja tabla los derechos que quizás hoy, reivindicamos como estudiantes. Claro que ha pasado mucha agua  por debajo del puente, los procesos políticos han cambiado y las condiciones -por suerte- son otras. Pero, desde mi humilde opinión no nos quiten el derecho de manifestarnos, por vivir  una parte de la historia desde el relato colectivo. Walsh, alguna vez, dijo estas palabras: “Nuestras clases dominantes han procurado siempre que los trabajadores no tengan historia, no tengan doctrina, no tengan héroes ni mártires. Cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan. La historia aparece así como propiedad privada cuyos dueños son los dueños de todas las cosas. Esta vez es posible que se quiebre el círculo..." 

 

*Texto: Florencia Giusti

*Fotos: cooperativa de comunicación La Brújula (http://brujulacomunicacion.com )

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